Cercana, grande y “sanguínea”: un eclipse lunar total, particularmente raro por su tamaño, dio este miércoles un espectáculo visible en gran parte del planeta.
Desde varias ciudades de Venezuela se apreció el fenómeno. Barquisimetanos deleitaron su mirada la noche de este miércoles.
Miles de personas observaron durante la noche la llamada “superluna azul de sangre”, que desapareció, privada de rayos de sol, y volvió a emerger teñida de rojo, de ahí su nombre.
También se le llama “azul” no por el color sino porque se trata de la segunda luna llena en un mes, un fenómeno que solo sucede en promedio cada dos años y medio.
Algunas personas esperaron más de cinco horas con la esperanza de encontrar un buen lugar en el observatorio Griffith de Los Ángeles, que abrió sus puertas para recibir a unos 2.000 espectadores.
El eclipse comenzó a las 11.45 p.m., con una sombra negra comenzando a cubrir la Luna blanca. Una hora más tarde quedó completamente cubierta y después empezó a reaparecer, con un tono cobrizo que había cubierto su superficie.
El espectáculo fue observable en parte de América del Norte, Rusia, Asia y el océano Pacífico. En cambio, la mayor parte de Europa, América del Sur y África no pudieron seguirlo debido a la luz del sol. En América del Norte, en Alaska o Hawái, el eclipse fue visible antes del alba. En Oriente Medio, Asia, Rusia Oriental, Australia y Nueva Zelanda, el eclipse se desarrollaba al salir la Luna en la noche de este miércoles. Contrariamente a los eclipses solares, las gafas de protección no son necesarias para ver el fenómeno.
Un regalo raro
El satélite de la Tierra se tiñó de rojo debido a un fenómeno luminoso: los rayos del sol que atraviesan la atmósfera se “difunden”, excepto los rojos, que son desviados por la atmósfera iluminando la superficie lunar.
“El color rojo apareciendo durante el eclipse lunar es muy particular, es un regalo raro poder observar una luna sanguínea”, dijo Brian Rachford, profesor asociado de física en la universidad estadounidense de Embry-Riddle Aeronautical.
El eclipse fue especialmente esperado porque la luna presentó “tres especificidades a la vez”, confirmó el Observatorio de París en su página web: no es sólo “azul” y “sanguínea”, también es “súper”, porque el astro está este miércoles muy cerca de la Tierra. El eclipse ocurrió 27 horas después de que la Luna alcanzara su punto orbital más cercano a nuestro planeta, llamado perigeo. Por lo tanto, se vio un poco más grande que de costumbre, “alrededor de 7% (más) respecto a una Luna media, lo que permitirá distinguir más fácilmente a simple vista sus zonas de sombras y contrastes”, según el Observatorio de París.