No dudo que cuando uno pertenece al pequeño o gran grupo de los que jamás perdemos la esperanza, vivimos menos angustiados, esperando un mañana mejor con fe inquebrantable. Esperamos el bien para todos, sin excepción, un nuevo y positivo día que alumbre para todos, que sea y coincida con el noventa por ciento de los habitantes de este país que anhelamos el tan ansiado cambio, por el bien y recuperación de la patria.
Para nadie es un secreto que nuestro país está en la más paupérrima y destructiva situación, aparte que cuando destruyen da la impresión que hace feliz a sus destructores al ver sufrir a tantos hermanos pasando la de Caín, y cada día se le hace más oscuro su porvenir. Cuando ven que se cierran todos los caminos, y a su vez avanzan programas fuera de todo contexto: no dan pie con bola, y menos se parecen a un país que hasta hace poco era rico, hoy comparado con los más pobres y desacreditados.
No hay que olvidar lo que no nos ha arropado la desesperanza y sigamos sin temor que esta crisis no es para toda la vida, estos errores son circunstanciales; dolorosos, destructivos, pero ha llego al límite y muy pronto veremos juntos a un país en pleno desarrollo con credibilidad, feliz y todos contentos sin excepción. Permitiéndose desarrollar las industrias, el agro, la ganadería, la construcción, el transporte y todo lo que genere productividad, y también paz, el orgullo de ser una mejor Venezuela.
El volver a tener unos servicios de primera, como la comida en abundancia y mejor salud, una mayor seguridad en un ambiente que provoque vivir bien, y ser un país que sea admirado, respetado y con una buena relación con todo el mundo democrático y de los países desarrollados que podamos aprender de ellos.
Además de que seamos un aliado en positivo, no una carga o “chucos”, que no nos den, pero que no nos quiten, consciente de que quien es feliz pueda repartir felicidad, abstenerse los chulos. No se conoce en la historia sobre un país que haya desaparecido, por ello cada día todos unidos con la fe y la esperanza reforzada, debemos ser más participativos en busca del bien para todos, no debemos ser indiferentes a esta crisis, en todos los sentidos y ámbitos.
Cada día nos arropa más, pisando fondo y con negativos pronósticos como si fuese que Dios se mudó de Venezuela, no ¡En lo absoluto! No debemos alimentar esos malos pensamientos, debemos pertenecer a los muchos que visualizan el futuro en forma positiva. Es saludable para mejorar el presente, está prohibido rendirse, ahora es cuando el viento favorece a quien con toda la fe, energía y esperanza -con el viento a su favor- sigan buscando la paz y armonía para todos, allá con sus problemas los egoístas.
Por Dios en nuestro estado Lara y buena parte del mundo, quien no va a querer a nuestro Pablo y Yuyita Chiossoni, quien no va a llorar y sentir el gran dolor que están pasando ellos, Pablo y Maria de Lourdes han sido una pareja o mejor dicho una institución ejemplar que vinieron a este mundo a servir, ser útil.
Ellos han participado en dejar huellas imborrables por donde pasan y participan, siendo para todos los que somos sus amigos que nos da un valor agregado al contarnos entre el grupo de amistades que debemos tener.
“Querida Yuyita”, todos los que te admiramos te tratamos y te queremos; eres como las almas buenas que están en varias partes a la misma vez, pido a Dios y a la Divina Pastora que calmen tu dolor y que el hijo Pablito que se fue, descanse en paz y este en la gloria. Sé que están muy triste Pablo y Yuyita, yo también lo estoy, queridos amigos los aprecio de verdad.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
JOSE GERARDO MENDOZA DURAN
[email protected]
@JGMendozabarqto
01-02-2018.