La crisis económica que viene acrecentándose en el país ha hecho que muchos venezolanos destinen parte de sus días a participar en colas para obtener algún beneficio.
Aunque muchos lo hacen con la finalidad de conseguir alimentos o artículos de limpieza o aseo personal, una gran cantidad se ha acostumbrado a pasar horas y hasta dormir en las afueras de entidades bancarias para cobrar las dádivas que les otorga el Gobierno nacional con el propósito de asegurar sus votos para cualquier elección en que le toque participar.
“La mitad del país pasa los días haciendo colas, lo que indica que muchos no trabajan para cobrar las migajas que les da el gobierno, que tienen muchos ceros, pero siguen siendo migajas”, señala el ingeniero Daniel Antequera, diputado a la Asamblea Nacional.
Señaló que en el parlamento se analizó la situación y se llegó a la conclusión de que pocos tienen empleos porque el 51% trabaja informalmente y sólo un 22 o 23% formal, a lo que hay que agregar que muchos empleados públicos no lo son, pero cobran como tales en la administración pública.
“Eso es producto de un sistema de control social destinado por el gobierno para arrodillar a los más desfavorecidos para que puedan recibir alimentos, medicinas y hasta servicios públicos”, afirma.
A esto se agregan los bonos que con cualquier justificación decreta, también para que se arrodillen.
Está el Bono de Protección Mensual de la Gran Misión Hogares de la Patria, que otorga entre 150 mil y 1 millón 680 mil bolívares a las parejas con entre 1 y 10 hijos; el de Parto Humanizado, de 700.000, el José Gregorio Hernández, para discapacitados, también de 700 mil, el Monedero Digital, 300 mil, de Reyes, 500 mil, en diciembre, el Navideño, de 500 mil y el más reciente, de Carnavales, por 700 mil, para que los venezolanos tengan recursos como disfrutar las fiestas carnetolendas.
“Son bonos con muchos ceros, pero siguen siendo migajas y uno tiene que pensar, ¿cuándo trabajan?”, enfatizó el parlamentario.
Pero para recibirlas, mujeres y hombres, emplean gran parte de sus días frente a los bancos, aunque la mayoría de las veces no les alcanzan para cubrir los costos de la cesta alimentaria, a pesar de trasnocharse o madrugar para adquirirlas en mercados o cooperativas donde pueden encontrar precios subsidiados, aunque son muchos los casos de personas, que, por estar subalimentadas, no resisten las horas de espera y terminan en centros de salud.