Julio César Milito carga sobre sus hombros el compromiso moral y familiar de llevar las riendas de una empresa que tiene 70 años en el mercado venezolano: Embotelladora Terepaima, con sede en el municipio Palavecino es la razón de su presencia activa en Venezuela.
Más de 1.500 familias conforman el equipo de trabajo de este grupo empresarial, ejemplo de buena gerencia y de saber fortalecerse ante las adversidades.
Julio César fue el invitado de esta semana en el Desayuno – Foro de EL IMPULSO, ocasión que resultó idónea para compartir una amena conversación con dos de sus grandes amigos: el arquitecto Juan Manuel Carmona y el periodista Luis Rodríguez Moreno.
El centro de todo: la familia
Julio César es hijo del matrimonio entre Ligia María López de Milito, nacida en Cuicas, estado Trujillo, y Giuseppe Milito Savo, un ciudadano italiano que vio la luz en Buonabitacolo, provincia de Salermo.
Giuseppe Milito llegó a La Guaira en el año 1946. Dos años antes, su hermano Angelo, que también había llegado a Venezuela e instalado en Barquisimeto, le dijo que la capital larense era un buen lugar para radicarse.
-Venían esperanzados en hacer dinero en Venezuela y regresar a Italia pero luego de un tiempo, el recién llegado se negó a abandonar esta tierra.
Comenzó a trabajar como pintor, también probó suerte en la carpintería y luego se empecinó en tener su propio negocio.
Julio cuenta que su padre llegó al Banco Ítalo Venezolano sin ninguna documentación ni referencia financiera, pero con buenos argumentos logró que el gerente le aprobara un crédito de 10 mil bolívares, una respetable suma para la época.
Aun sin saber manejar, destinó 5 mil bolívares para comprarse una camioneta e invirtió otros 3 mil bolívares en granos y víveres, que luego ofreció de negocio en negocio en todos los rincones de la ciudad.
Llegaban las ganancias y Giuseppe estaba decidido en continuar invirtiendo. Compró tres o cuatro camiones más para mejorar el sistema de distribución, pero el destino le tenía preparado algo mejor: los ejecutivos de Grapette, la marca clásica de refrescos, le otorgaron la distribución de Lara, Portuguesa, Yaracuy y Barinas.
Las ventas de los refrescos con sabor a uva, colita y manzana iban viento en popa para la década de los cincuenta y sesenta, pero necesitaban con urgencia de una embotelladora. Fue entonces cuando Giuseppe contacta a Bebidas La Mata, empresa que tenía una “maquinita” de llenado, y negocia su compra para más tarde envasar a Grapette.
Julio César Milito, hoy el visible capitán recuerda toda la historia de esfuerzo y perseverancia de quienes le antecedieron, con especial dedicación hacia su padre a quien califica como un brillante visionario, que pese a tener un grado de estudio muy bajo, era capaz de debatir cualquier punto legal con un abogado.
El gran legado
Giuseppe Milito es su héroe. “Yo veía a mi padre como un gran empresario y yo quería ser como él”.
En el Colegio Javier, Julio inicia estudios de primaria, luego cursa bachillerato en el Colegio Fermín Toro y después se aventura al mundo de la economía informal.
-A los 17 años vendía en el mercado San Juan, Obelisco y en todos los mercados populares de Barquisimeto, incursioné en el mundo del vidrio (allí estuvo dos o tres años).
“Se ganaba muy bien, pero en marzo de 1985 mi padre me dijo: Ajá ya está bueno, véngase a trabajar conmigo”.
Julio César, el hijo menor de los Milito, comenzó como supervisor de los camiones distribuidores porque su padre no quiso darle un cargo de “jefe”, ganaba menos y tenía asignadas las rutas más difíciles.
-Yo siempre me preguntaba por qué era tan duro conmigo, pero tiempo después comprendí la importancia de ese modelo de enseñanza.
En una conversación que Giuseppe tuvo con su hijo, le dio un consejo que hasta hoy atesora: Hijo, no quiero que me hagas tres negocios: ni una funeraria porque no quiero que hagas dinero con el dolor ajeno; ni un motel porque hay que cuidar la integridad de la familia; ni que seas prestamista, porque te vas a ganar muchos enemigos. Julio César decide seguir su preparación académica y se inscribe en la carrera de Mercadotecnia, una buena decisión al considerar que llevaba cierta ventaja por la experiencia con Grapette.
Paralelo a su profesionalización, continuaba en el trabajo pero también se daba un tiempo para su vida personal.
El amor llegó a su vida a los 21 años. Un buen amigo lo invitó a una boda y en ese evento conoció a quien es su actual esposa, Antonietta D’amelio de Milito, con quien tuvo cuatro hijas: Alesia Stefanie, Anline Stefanie, Daniela Alessandra y Gabriela Cristina.
Su ascenso en la empresa continuó hasta que en el año 1998 se ganó la dirección general de la compañía, que ahora era Grupo Terepaima y se dedicaba a la distribución de sus propios productos: Agua La Mata, Bebida Deportiva XSport, Agua San Marco, Gasificada San Marco, King Cola y Refrescos Dumbo.
Julio César también fue presidente de la Cámara de Comercio de Palavecino, director de la Cámara de Comercio de Lara y miembro de la Junta Directiva del Banco Central.
Pertenecer a una familia emprendedora y visionaria, le abrió muchas puertas. El presidente Rafael Caldera era gran amigo de los Milito y por esa cercanía, tuvo la invitación para participar activamente en la política de Venezuela, invitación que no le interesó para nada.
-A veces miro hacia atrás y no vemos la generación de relevo, eso preocupa en el mundo empresarial sobre todo en el caso de esta familia, pero bueno todavía todos somos jóvenes.
Extremadamente optimista
Luis Rodríguez Moreno le preguntó a su amigo Julio César si es optimista o pesimista ante la situación que actualmente enfrenta Venezuela. La respuesta fue inmediata: Soy extremadamente optimista, asentó.
-Soy tan optimista de una Venezuela recuperada. Actualmente, estamos haciendo la mayor inversión que la empresa ha hecho en este momento y en este país.
Con satisfacción cuenta que Grupo Terepaima, pese a no haber recibido nunca un dólar preferencial trabaja en la apertura de una nueva planta, Embotelladora La Campiña para la producción de bebidas refrescantes; además en esta sede también estará el edificio corporativo de la empresa, hablamos de unos 3.800 metros cuadrados de oficinas.
Parte del plan de crecimiento también comprende una planta de snacks, Terapaima Alimentos, espacio ubicado en la Zona Industrial II de Barquisimeto, con el cual ampliará la línea de productos para los larenses y venezolanos.
Entre los planes de este empresario también está la edificación de una planta para sacar al mercado productos de aseo personal.
-Toda nuestra inversión está en este país y seguimos creciendo para quedarnos aquí, con nuestra gente, los países no se acaban.
El alto costo de amar a Venezuela
No todo puede ser perfecto. Hay un sacrificio muy duro que sobrelleva por mantener a flote este negocio.
-Mi familia, como la de muchos venezolanos, está totalmente desmembrada.
Sus parientes están en otros “mundos”, llegar a su casa y ver una pared completa donde su esposa atesora las fotos de los viajes y momentos vividos con sus hijos y demás familiares, le arruga el corazón.
A sus “niñas”, entre comillas porque ya no son tan chiquitas, las ve sólo por temporadas, hace siete años se fueron del país, a una de ellas la dejó de tres años de edad.
“Permanezco aquí por un gran compromiso, pero añoro mi familia, esto es un gran dolor”.
Julio César en reiteradas ocasiones durante la conversación, manifestó atesorar a sus amigos. Pasó de ser aquel niño introvertido a no poder pasar un día de su vida sin compartir con uno de su gran círculo de amigos, “de los buenos, de los de años, los verdaderos”.
Manifiesta que saber de ellos, conversar, recordar las vivencias del pasado y soñar con el mejor futuro, son cosas que le llenan el corazón.
Ante la pregunta curiosa de Luis Rodríguez Moreno sobre cuál es su personaje inolvidable, Julio César dice convencido que “Los Mendoza”, son su inspiración como familia y como empresa, “no sólo Lorenzo, sino cada uno de ellos”.
-¿Te gustaría que Lorenzo Mendoza fuese candidato presidencial?
-Me gustaría que siga siendo un gran empresario, tendríamos que analizar bien si es el correcto para la transición, pero es importante que los empresarios sigan atendiendo sus empresas.