Séptimo Día

Apenas comienza el año 2018 y creemos propicia la oportunidad para referirnos al cúmulo de expectativas que la población se ha planteado en relación con la grave crisis económica, política y social que atraviesa el país.
Así tenemos que la economía se encuentra en terapia intensiva con la tasa de inflación más alta del mundo (2.735%), con un aparato productivo paralizado y en completo deterioro, lo cual ha conducido a una economía de puertos, innegablemente dolarizada, y que lo único que produce es pobreza.
En el aspecto social estamos en presencia de una sociedad empobrecida, diezmada, fracturada por la diáspora migratoria, acosada por la miseria, el hambre, el desempleo, la inseguridad, la escasez y desabastecimiento de alimentos y medicinas y sumida en una total desesperanza.
Por lo que se refiere al hecho político estamos en una calamitosa situación, en donde podemos observar de un lado, a un gobierno hegemónico y militarista y del otro lado a una oposición dividida, desgastada, y con una orfandad de liderazgo, que no les permite interpretar el mensaje del pueblo en la calle y mucho menos definir el camino a seguir.
De tal manera, que el inicio del nuevo año está saturado de expectativas muy negativas en todos sus órdenes; la economía continua en franco deterioro y los especialistas de la materia vaticinan, una espiral inflacionaria inalcanzable (7.000%), con unos niveles de endeudamiento altísimos, dentro y fuera del país, con un valor de la moneda devaluada, y con una constante emisión de dinero inorgánico por parte del BCV.
De esta destartalada economía se han derivado lamentables consecuencias, que han afectado la calidad de vida de los venezolanos, incrementándose la migración voluntaria en alrededor de 4 millones de paisanos, buena parte de la población muere de mengua en los hospitales, los niños sufren de desnutrición y se ha hecho un lugar común ver a estos y a las personas de la tercera edad, hurgando en la basura en busca de comida para saciar su hambruna.
Ahora bien, toda esta serie de anomalías han repercutido en profundidad en el mundo político, agudizando los errores y contradicciones de los entes implicados, tanto las organizaciones como los dirigentes que las representan, lo cual sin duda, no ha contribuido en la búsqueda de soluciones apropiadas para encausar las mejores energías y así solventar esta grave crisis.
Por una parte tenemos al sector “oficialista”, entronizado en el poder, recubierto por un modelo político hegemónico, militarista y con una inspiración ideológica obsoleta y fracasada en las distintas oportunidades en las cuales ha sido aplicada en otros países, dejando una honda estela de miseria, hambre, pobreza y mucho dolor.
Por la otra parte nos encontramos con el sector de la “oposición”, la cual no tiene lideres ni partidos para revertir el abstencionismo estimado en un 80% y el nivel de rechazo a los partidos que se ubica en un 74%; estamos pues ante un vacío político muy peligroso, que debería obligar a los políticos de oficio a reaccionar, a entenderse, para terminar con esta tragedia que conmueve a la nación.
Finalmente, creemos que están dadas las condiciones para que la gran mayoría de la población, los verdaderos independientes, busquen un candidato de consenso, sin militancia política, preferiblemente un empresario exitoso, que proyecte una buena imagen en el país y genere confianza para la superación de la crisis económica y de seguridad ciudadana; esta sería una buena propuesta para rescatar a la nación del lodazal en que la han sumido las corruptas e incapaces mafias políticas que la han gobernado en esta era republicana. Valor y pa´lante.