La primera Constitución de la República, consagró un capítulo titulado “De la Religión” en cual establecía que la “La religión, Católica, Apostólica, Romana es también la del Estado y la única y exclusiva de los habitantes de Venezuela”. Por ende se imponía la religión cristiana ante la variedad de cultos que hoy en día se practican.
La primera Constitución de la República, consagró un capítulo titulado “De la Religión” en cual establecía que la “La religión, Católica, Apostólica, Romana es también la del Estado y la única y exclusiva de los habitantes de Venezuela”.
Por ende se imponía la religión cristiana ante la variedad de cultos que hoy en día se practican.En la Constitución de 1819 se establecía que “Los Obispos de Venezuela son miembros honorarios del senado”. En 1830 Venezuela se separa de la Gran Colombia y el gobierno ratifica el patronato sobre la iglesia. Con la Ley de Patronato la iglesia quedaba sometida al Estado.El siglo XIX se va a caracterizar por unas tensas relaciones entre el Estado y la Iglesia. Muchos Obispos fueron exiliados y los religiosos expulsados del país.
En 1872, se edita en la Imprenta Giménez de ésta ciudad un pequeño libro que el padre Macario Yépez escribió en vida “En defensa de la iglesia y su patrimonio” en el cual defendía la hacienda eclesiástica heredada, obsequiada, grabada o cedida desde la colonia.
Paradójicamente, su editor había sido su alumno en el colegio para varones que los padres Yépez y Raldiriz mantuvieron. De bandos políticos contrarios, pero reconocedor de la jerarquía eclesiástica, Gumersindo Giménez, el impresor, consideró pertinente su publicación como forma de reivindicar al padre Yépez.La historia de la Diócesis de Barquisimeto es narrada detalladamente por el historiador curarigueño Rafael Domingo Silva Uzcátegui en su conocida Enciclopedia Larense:“Las Vicarías que constituyen esta Diócesis, formaban parte de la Arquidiócesis de Caracas.
El 7 de mayo de 1847 fue creada la Diócesis de Barquisimeto. El proyecto lo presentaron al congreso Nacional, los doctores Ramón Perera y Juan de Dios Ponte, representantes de la Provincia de Barquisimeto. Las Bulas no fueron expedidas hasta 1855, porque el Gobierno no había satisfecho los derechos de la institución.El Congreso eligió primer Obispo de la Diócesis, en junio de 1860, Pbro. Doctor Francisco Más y rubí, pero sobrevino el triunfo de la Federación y como el elegido no era persona grata al nuevo Gobierno, se buscó un pretexto para declarar nula la elección y se procedió a practicar otra, la cual recayó en el caroreño Pbro. Doctor Andrés Riera Aguinagalde. Parece que también intervino la política y el Congreso resolvió promoverlo para ocupar la Diócesis de Calabozo y hacer otra designación para el Obispado de Barquisimeto.
A todas éstas, Falcón quiso favorecer a Coro, cambiando la sede de la Diócesis y solicitó del Papa el traslado para Coro, a lo cual accedió el Sumo Pontífice por Bula de junio de 1867. Fue nombrado Obispo el Pbro. Doctor Víctor José Diez, cuya consagración se efectuó el 8 de noviembre de 1868.Caído Falcón, volvió a ser trasladada la sede episcopal a Barquisimeto, quedando la Diócesis con el nombre de Diócesis de Barquisimeto y Coro. Así estuvo desde 1869 hasta 1924, en que fue segregada la Diócesis de Coro, quedando así dividida en dos la antigua de Barquisimeto y Coro.El Obispo Diez murió el 13 de octubre de 1893. Quedó gobernando la Diócesis con el carácter de Vicario capitular Pbro. Doctor Juan Pablo Wohnsiedler, quien durante la larga enfermedad del prelado había sido Gobernador de la misma con facultades especiales.El 5 de mayo de 1894 fue elegido Obispo el Pbro. Doctor Gregorio Rodríguez Obregón. Preconizado en Roma en junio, efectuándose la Consagración en la Catedral de Caracas, el 13 de enero de 1895. El 12 de mayo fue nombrado el Pbro. doctor Aguedo Felipe Alvarado, Vicario General del Obispado.El 16 de noviembre de de 1900, falleció el ilustrísimo señor Rodríguez y quedó rigiendo la Diócesis el doctor Alvarado, nombrado Vicario Capitular en noviembre. El Congreso Nacional lo eligió Obispo de la Diócesis en junio de 1910.El 15 de agosto de 1926 fue consagrado Obispo Coadjutor con derecho a sucesión el Pbro. Doctor Enrique María Dubuc, quien entró a gobernar laDiócesis como Obispo en propiedad a la muerte de Ilmo. Señor Alvarado, ocurrida en Barquisimeto el 26 de septiembre del mismo año”La Constitución de 1947, busca deslindar el patronato en la Iglesia. En la Asamblea Constituyente de ese año, el poeta Andrés Eloy Blanco narró cómo mientras purgaba prisión en el Castillo San Felipe de Puerto Cabello en 1928, tras ser liberado fue recogido por Monseñor Salvador Montes de Oca. Un Obispo mártir.
Obispo de Valencia, nacido en Carora, Salvador Montes de Oca tuvo varios enfrentamientos con la dictadura de Juan Vicente Gómez que le valieron su expatriación. Una anécdota señala la denuncia que realizó desde el púlpito sobre el asesinato de un estudiante de apellido Mariño, de quien el régimen gomero decía se había ahocado con las trenzas de sus zapatos. Sellada y custodiada la urna, una de sus hermanas tuvo acceso al cuerpo previo al entierro y encontró muestras de torturas en él; lo cual fue denunciado desde el púlpito y en escritos del diario La Religión por Montes de Oca En 1929 fue interceptado por miembros de la sagrada y expatriado a Trinidad. Allí permaneció hasta 1931 cuando regresa al país, pero decide retirarse a Italia donde se entregó al apostolado en un convento de la Orden de los Cartujos, lugar donde sería asesinado por tropas fascistas en 1944. Luego sus restos fueron repatriados y enterrados en la Catedral de Valencia.Monseñor Enrique María Dubuc Moreno, IV Obispo de la Diócesis de Barquisimeto, fue nombrado Obispo en la iglesia de la Inmaculada Concepción el 26 de septiembre de 1926. Fue acusado de prácticas hieráticas y confinado en el Vaticano. Su última visita a Barquisimeto ocurriría en ocasión del centenario de la primera visita de la Divina Pastora donde fue recibido por su sucesor Monseñor Críspulo Benítez Fonturvel, quien se encargaría de repatriar sus restos y confiarlos en la iglesia de la Inmaculada Concepción donde actualmente yacen.
Durante el obispado de Monseñor Benítez, designado en 1949, la Diócesis de Barquisimeto es elevada a Arquidiócesis, por Bula Papal de fecha 30 de abril de 1966, y Monseñor Benítez es nombrado primer Arzobispo.Durante su episcopado tuvo lugar en Roma entre 1962 y 1965, el Concilio Vaticano II, donde la iglesia reivindica su lucha contra la desigualdad y en defensa de los oprimidos y sostiene que la salvación cristiana no puede darse sin la liberación económica, política, social e ideológica como signos visibles de la dignidad del hombre. Para entonces cursaban estudios en el exterior varios sacerdotes de nuestra localidad, que hoy expresan políticamente su adhesión al régimen. A partir del Concilio Vaticano II, Estado e Iglesia se deslindan definitivamente.
A Monseñor Benítez, Lo sucede en 1982, Monseñor Tulio Manuel Chirivella quien tuvo posturas radicales contra los atropellos cometidos durante las dos últimas décadas: “Hay delitos que no prescriben ante los ojos de Dios” lo oí decir en una misa que ofició luego del asesinato de mi hijo Jacinto Elías López Velasco, aún impune, como todo crimen que ocurre en medio del oprobio y la tiranía. Este señalamiento del Arzobispo Chirivella puede ser aplicado al ocurrido el pasado 15 de enero, cuando a la vista del mundo fueron masacrado un grupo de patriotas en El Junquito.
El actual Arzobispo Antonio José López Castillo, designado por el Papa en el 2008, ha sido señalado de instigar al odio por reclamar desde el púlpito por comida, medicinas, equidad política y transparencia en una Venezuela carcomida por la inercia y la represión. Aún cuando semejante argumento sirvió a los actuales gendarmes para coronarse hace 20 años.Los fines del gobierno y la iglesia parecieran ser iguales en sus postulados: la erradicación de la pobreza y la justicia social, pero hemos podido observar que ha sido la iglesia quien ha acompañado el reclamo de los desahuciados, de los perseguidos, expatriados, asesinados y vejados. Mientras los gobernantes se inflan, el pueblo se desinfla y pierde espacios para la vida, el conocimiento y el futuro mismo merma.A diferencia del gobierno, la iglesia denuncia la verdad que ocurre en nuestro país y utiliza como escudo la palabra. No dispara; siembra. He allí la antagonía.