El papa Francisco recorría el sábado la ciudad de Trujillo, en la costa norte del Pacífico peruano, que fue golpeada por violentas inundaciones hace casi un año y derribaron miles de casas, cubrieron calles con capas de lodo y destrozaron tumbas en un cementerio.
A bordo de su papamóvil, el pontífice abandonó el aeropuerto y se dirigió a una playa famosa por sus olas para los surfistas. Mientras Francisco cruzaba un estrecho camino, miles de creyentes lo ovacionaban levantando banderas del Vaticano y globos blancos.
Se espera que el papa oficie una misa allí.
Más tarde visitará uno de los vecindarios más afectados por las inundaciones, que comparte nombre con la capital Argentina, donde miles de personas siguen viviendo en tiendas de campaña. La tragedia climática dejó más de 150 muertos y decenas de miles de afectados.
En ese contexto, el papa podría encontrarse con una población frustrada que espera que su visita pueda acelerar la reconstrucción tras el peor desastre medioambiental en el país en casi dos décadas.
«La gente está furiosa, saben que las autoridades no han hecho nada», dijo Carlos Bocanegra, un biólogo de 60 años que vive en Trujillo.
Francisco será el segundo pontífice que visita la ciudad costera, que se ve sacudida periódicamente por las desastrosas lluvias causadas por el calentamiento de las aguas del Océano Pacífico. Juan Pablo II estuvo en Trujillo en 1985 durante una década en la que Perú se vio afectado, además de por El Niño, por la hiperinflación y la violencia política.
«La paz debe llegar por la vía del diálogo y no de la violencia», dijo el fallecido pontífice durante esa visita.
Tres décadas después, muchas de las desigualdades de entonces persisten en la sociedad peruana y las zonas rurales y pobres están todavía poco preparadas para enfrentar los daños causados por los desastres climáticos.
Bocanegra lamentó que a un año de las inundaciones muchas calles de Trujillo sigan teniendo hongos y restos dejados por unas tormentas que se estima causaron daños valorados en varios miles de millones de dólares.
Recuerda perfectamente como la calle delante de su casa se convirtió en un río tan potente que arrastró muebles a su paso.
«Quedamos atrapados», rememora.
Las imágenes de los peruanos formando cadenas humanas para ayudarse a cruzar las carreteras y las historias de supervivencia de quienes consiguieron salir con vida de los deslaves captaron la atención de la nación durante meses.
El desastre afectó a casi dos millones de personas según las autoridades.
El viaje a Trujillo se produce en la víspera de que Francisco vuele de regreso a Roma tras una semana de visita en Chile y Perú. Aunque su estancia en Chile estuvo marcada por protestas sobre la respuesta de la iglesia católica a los abusos cometidos por sacerdotes y ataques incendiarios a 11 iglesias, el papa tuvo un recibimiento mucho más cálido en Perú. En esta nación profundamente católica, miles de personas esperan en las calles por donde pasa para verlo y saludarlo.
Trujillo se ubica a casi 600 kilómetros de Lima.