La trayectoria que sigue una idea para convertirse en paradigma, de acuerdo con los criterios aceptados en una comunidad científica, pasa por su aceptación y asimilación definitiva, por parte de la sociedad. Algo de eso está ocurriendo con la sostenibilidad o sustentabilidad, que pudiera considerarse como una moda o en su defecto, un constructo que avanza en su consolidación. Ello implicaría un proceso distante del inmediatismo y sujeto a un largo período de anclaje para su asentamiento. La educación sigue siendo clave para ello.
Más allá de lo que ocurre en otros países, donde el nuevo paradigma del desarrollo humano y la idea de la sustentabilidad preside la renovación del modelo educativo y, por consiguiente, el liderazgo y los diversos actores, así lo asumen; en nuestro país, el proceso no avanza con el ritmo esperado. El desfase es evidente y recién comienzan a observarse tímidas señales en ese sentido, pero no hay acuerdo ni tácito ni explícito alrededor de lo que a escala planetaria, tanto países capitalistas como socialistas, con sus diferencias, acuerdan como los Objetivos del Desarrollo Sustentable.
El modelo socioeconómico y productivo venezolano, perfilado en la CRBV, así lo instituye, en una época en la cual, igualmente, se acuerda el Pacto Global por la Naciones Unidas, a inicios de este siglo. La UNESCO, ente rector de la educación, la ciencia y la cultura, en el ámbito internacional, para ese momento ya había editado: “Educación para un Futuro Sostenible: Una Visión Transdisciplinaria para una Acción Concertada”.
Hace también 17 años que Edgar Morín, uno de los filósofos contemporáneos de mayor renombre, escribiese por encargo de la propia UNESCO: “Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro”, un texto que se juzga debería ser obligatorio en la formación tanto de educadores como de educandos, en nuestro contexto.
Las investigaciones que hemos realizado alrededor del tema son concluyentes en cuanto a que arrojan evidencias empíricas que soportan las siguientes hipótesis: 1. No estamos formando ciudadanos para el desarrollo sostenible del país. 2. En las instituciones educativas el modelo curricular presenta un alto desfase en materia de Desarrollo Humano Sustentable.
No obstante, en el discurso tanto oficial como privado, se aprecian algunos signos de accionar pertinente. En el marco del evento Expo Venezuela Potencia 2017, el lema fue: “Venezuela avanza hacia una economía sostenible”. Fedecámaras, en su LXXIII Asamblea Anual, julio de ese año, anunció la propuesta: “Los 17 elementos para la productividad y el desarrollo sostenible de las empresas”, como contribución a cualquier Plan del Estado para mejorar el país.
Los proyectos de Emprendimiento Sostenible que ahora proliferan, al igual que ocurrió con los programas iniciales de Responsabilidad Social Empresarial, dejan de ser meros ejercicios de filantropía para formar parte de la filosofía de gestión de las organizaciones, dado la creación de valor que les significa, desde el punto de vista de la innovación, en tanto contribuyen al Desarrollo Sustentable.
Pensar en Lara Potencia, puede implicar el desglose de actividades bajo una perspectiva que incluye: lo planetario, las personas, la productividad, la pobreza, y la participación y los planes. Esa responsabilidad compete a todos como ciudadanos y actores de una comunidad, como compromiso de educar para la sustentabilidad.
Planteamientos – Educar para la sustentabilidad
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