#IMPDivinaPastora2018 La devoción en el tiempo… y sus milagros

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Este año, los barquisimetanos reciben una vez más a la Divina Pastora, al celebrarse la visita 162 de la patrona sentimental de los larenses a la ciudad crepuscular. Como todos los años, propios y visitantes se preparan para caminar 7.5 kilómetros junto a la Virgen, momento donde los fieles aprovechan para implorarle a Dios que por medio de María les dé su auxilio y bendición.

La devoción por la Divina Pastora tiene su origen en Sevilla, España. Corría el año 1703 cuando un padre capuchino, de nombre Fray Isidoro, comenzó con la veneración a la Madre de Dios, esa que vestía de sombrero pastoral. Fue este mismo sacerdote quien después de presenciar varias apariciones de la Virgen María a través de sueños, encargaría a un artista un lienzo con la representación de la madre de Dios que registraban sus visiones.

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Como datos relevantes en la descripción que el sacerdote le facilitaría al artista Alfonso Miguel De Tovar daba a conocer que “aquella mujer se caracteriza por ser de sublime belleza, se encontraba aguardando bajo la sombra de un frondoso árbol, sentada en una roca, llevaba sobre su cabeza un sombrero pastoril, también en una de sus manos sostenía un báculo como señal de que guía el camino, sobre su otra mano sostiene un niño y a su vez su mano derecha recae sobre un cordero, algunas otras ovejas rodean en su totalidad aquella imagen”.

Tiempo después, el escultor Francisco Ruiz Gijón, sería el encargado de esculpir lo que se convertiría en la primera imagen en tamaño natural de esta advocación mariana, la cual es llevada por primera vez en procesión por las calles sevillanas en octubre del año 1705.

Los miembros de la orden Capuchina, grandes creyentes en la Divina Pastora, comenzaron un proceso de evangelización en varios países del mundo, es decir, se esparcieron por toda América llevando consigo la nueva advocación, esta formó parte de la catequesis de colonización en las nuevas zonas a las que visitaron.

Dicha devoción a esta advocación se fue extendiendo a diversos lugares del mundo, entre ellos se propagó a la Isla de Trinidad y a mediados del siglo XVIII llegó a países como Colombia. Con cada expedición de los sacerdotes Capuchinos viajaba la evangelización enfocada en las creencias religiosas de seguir a Jesús y María.

En Venezuela esta advocación mariana se extendió proveniente de Colombia con la llegada de los capuchinos para el año 1706 aproximadamente; este fue el emblema de la evangelización que utilizaron los sacerdotes para lograr convivir con los indios Gayones, uno de los más difíciles de educar para la época.

Cuenta la tradición que la imagen de la Divina Pastora llegó a Santa Rosa por equivocación, pues su destino era la iglesia de la Inmaculada Concepción en Barquisimeto, cuando el padre Sebastián Bernal, párroco en Santa Rosa se dio cuenta de aquella equivocación ordenó que la caja de madera donde venía fuera cerrada y que la devolvieran de inmediato a su destino.

Al tratar de levantar del suelo, notaron que se había vuelto muy pesada y por más esfuerzos que hicieron no pudieron moverle del sitio donde estaba, así la Divina Pastora manifestó su deseo de permanecer en Santa Rosa para que la veneraran.
En el año 1856 llegó a Barquisimeto una terrible enfermedad, toda la zona quedó terriblemente azotada por la peste del cólera. El padre Macario Yépez decidió invocar ayuda divina. Desde ahí comenzó el gran amor por la Pastora de Almas en agradecimiento.

Arte con fe y devoción

En Santa Rosa son muchos los artesanos que han dedicado su vida a realizar obras de arte dando como protagonista a la Madre de Dios, la Divina Pastora. Por eso, hoy ellos hablan de cómo es estar cerca de la Virgen y cómo los bendice en el día a día.

Una de las personas que dedica su trabajo a la Divina Pastora es Juliseth Patiño, quien confiesa haber sentido temor de continuar con su labor de confeccionar camisas con motivos de la Divina Pastora por los altos costos de la materia prima, a pesar de esto la receptividad ha sido muy buena.

Patiño compartió con El IMPULSO que sufrió una complicación de salud, pues estaba amenazada con un adenoma ganglio, una especie de cáncer en el sistema inmune. Después de pedirle con mucha fe y encarecidamente a la Divina Pastora, esta amenaza desapareció por completo. “No sabes la emoción que sentí cuando fui a consulta y estaba totalmente sana”.

Oscar Arenas, artesano del mirador turístico de Santa Rosa, siempre ha creído en Dios y en la protección divina de su Madre. Hoy es colaborador de la iglesia de Santa Rosa, pero recuerda haberle pedido mucho a la Virgen por poder construir un hogar.

Recorriendo los espacios artesanales en Santa Rosa, también se encuentra el artesano Marcial Arroyo, quien lleva casi 37 años en este oficio, y aprovechó la oportunidad para contar lo agradecido que está con la Divina Pastora por haberle salvado la vida a su nieto, quien sufrió a los pocos meses de haber nacido de meningitis, y de tanto pedirle a Dios y a ella, hoy está totalmente sano.

 

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