…Y a ello nos invita el encuentro cada 14 de enero con una de las advocaciones marianas más amada y reconocida en nuestro país: la Divina Pastora. Hoy reflexionaremos a nuestro estilo sobre las emociones que inspira el río de fe característico de esta procesión que hoy cumple 162 años de tradición católica en Venezuela.
Saber de religión nos permite llegar a la experiencia espiritual armados de entendimiento, aunque no es sino hasta que lo vivimos cuando nos damos cuenta de que nuestra alma es mucho más que el cuerpo y la mente; por cuanto la espiritualidad es un viaje a nuestra esencia por un camino de constante descubrimiento. Uno cuyo destino final puede ser muy distinto al que pensábamos cuando nos embarcamos, considerando además que lo importante es el viaje en sí mismo, el camino pues.
Todo viaje en esta aventura a la que llamo vida comienza con la fe, una muy corta palabra de dos letras pero altamente poderosa por ser el motor que, al encenderse, funciona cuando todo parece perdido, la que nos hace levantarnos aunque estemos completamente hundidos; nos da la fuerza requerida para seguir adelante, lograr nuestros objetivos y llenarnos de esperanza al recordarla.
La fe es creer y son las creencias la brújula y los mapas que nos guían hacia nuestros objetivos inspirando la confianza necesaria para poder alcanzarlos; los que nos ayudan a ver lo que uno quiere y ofrecen las energías que nos ayudan a obtenerlo… La fe es confiar en lo que no se ve, y creer en lo invisible, pero ¡cómo nos cuesta, caramba!
Lo cierto es que la fe es la ausencia de la duda y el temor, lo cual es sumamente importante atender porque una vez que éstas se apoderan de nosotros, dejamos de desear aquello que nos hará sentir mejor, más felices y sonreír más.
Es lo que sucede con la mayoría de las personas que carecen de fe: terminan presas de la duda y el miedo, y cuando se enfrentan al inevitable momento de tomar una decisión importante para mejorar sus vidas, triunfar o alcanzar el éxito, tienden a retrasarla porque en el fondo temen fracasar y no creen que puedan lograrlo, ni siquiera hacerlo.
Por el contrario, al que cree todo le es posible, por cuanto la Fe es certeza de lo que se espera, es despejar toda falta de convicción y permitir que lo que deseo y he solicitado al Universo, a la vida, a Dios, se manifieste en el tiempo, momento y situación perfecta.
Pero, ¿estamos preparados para saber esperar, saber confiar, para tener fe, para creer? He allí una de las tantas razones por las que hay personas que se alinean con una propuesta religiosa y eso está bien, si ello les hace sentir mejor; aunque no signifique que quien no lo haga, no tenga su propio concepto, nivel y reconocimiento del amor Divino en sus corazones y realidad.
Sea como sea, la fe es un sentimiento de total creencia o asentimiento en relación con algo o alguien y, como tal, se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree; ya que la palabra proviene del latín fides, que significa “lealtad”, “fidelidad”.
¿Fe=religión?
En la práctica religiosa, la fe es fundamental ya que es en atención a ella que los creyentes aceptan como verdad absoluta los principios difundidos por la religión que profesan: la creencia en un Ser Supremo y el sometimiento a su voluntad divina.
Sin embargo, la fe no requiere una religión para sentirla y activarla porque viene de ti y siempre que tengas un corazón abierto, cualquier cosa que pidas se te dará. No obstante, hay quienes deciden activar su fe siendo parte de una propuesta religiosa, de un espacio en el que junto a otros que comparten sus ideas al respecto, encuentran regocijar su sentir envueltos en una práctica y prédica de la palabra escrita bien sea en el libro sagrado de los católicos, la Biblia, o con un texto en particular.
En definitiva, Dios o la energía divina (o Superior, o como se le quiera nombrar) siempre estará presente como energía omnipotente, como el Todo de lo que es y hay, como el potenciador de realidades que coexisten y habitan en un universo terrenal.
Así, la fe se modela en el interior de cada quien, y no depende de ninguna forma externa, de ningún dogma… A la gente solo se le puede mostrar lo que ya tiene en su corazón.
La fe es nuestra verdad íntima que grabada en nuestro cuerpo, es auténtica e inquebrantable, es la firma de nuestra alma; es un don inestimable, una puerta entreabierta a todo cuanto nos supera y que nos vincula con nuestra esencia, por lo que representa el camino al encuentro con uno mismo.
La fe no se aprende, reside en nuestro corazón y se alimenta de amor, cuando dejamos que florezca ¿Cree que los seres que han hecho historia tuvieron mucho coraje? Lo que tuvieron fue, ante todo, fe en sus proyectos por cuanto no es tan complicado realizar una gran acción, en la medida en que la misma está alineada con este valor humano impetuoso.
Jamás dude que la fe nos transporta hacia las acciones que nutren nuestra alma, siéntala, respétela, deje que le guíe desde su corazón, porque todos somos héroes cuando le damos permiso para ganar terreno a las creencias que nos limitan a sentir aquello que nos libera de presiones externas y nos hacen sonreír siempre con sencillez, desde la creencia, convicción, espiritualidad y fe de la magnificencia de Dios en nuestros corazones a cada momento que se vive, sea cual sea la religión que haya decidido aceptar y practicar en su vida… ¡Así de sencillo, gente bonita!