BIENVENIDA SIEMPRE, SEÑORA

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A la memoria de Manuel Caballero, pastoreño y ateo.
Pienso recibir mañana a nuestra patrona. Este año difícil de 2018, el cual debemos lograr que sea prometedor aunque inicie amenazante, nos da muchos motivos para invocar su maternal protección a la hora de enfrentar una tarea repleta de desafíos, a cual más exigente. Una tarea que nadie hará por nosotros, así que es nuestra responsabilidad ciudadana, personal y colectiva como las dimensiones de nuestra humana naturaleza. Intransferible, indelegable. La fe nos sostiene porque nos da la tremenda fuerza de la esperanza, es ventaja de los creyentes, pero los valores humanos no son monopolio nuestro. Transversales a las creencias o las no creencias, según el derecho de cada quien, han de ser la guía de nuestra acción.
En todo caso, recuerdo la palabra de Kennedy, Presidente norteamericano (1961-63), porque ha habido ideas desde esa oficina oval, “En la Tierra, la obra de Dios la hacen los hombres”.
Como larense de Barquisimeto, me gusta mucho el 14 de enero, por motivos que ensanchan y alimentan lo espiritual. Para mí es un recuerdo de la infancia, ese tiempo sencillo y manejable que Rilke mediante, es nuestra verdadera patria. Los preparativos, los estrenos, la resbaladera a que Petrica Delgado. Entonces hacía otro recorrido, nosotros la recibíamos en la Av. 20 abajo, hasta cuando mi tío Germán y Eduardo Pantin construyeron un pequeño edificio cerca de la esquina de esa avenida con la Vargas, que nos mudamos para hacerlo desde la terraza y uno casi sentía que podía tocarla. Después, por varios años, luego de recibirla en la Lara y caminarla hasta la Plaza Macario Yépez o la Morán, nos adelantábamos para hacer lo mismo ante el río crecido de la Venezuela, desde la azotea de “La Confianza” del matrimonio Ramírez-Torres, gente buena, sencilla, de trabajo, los inolvidables padres de mi hermano Alfredo.
Pero hay más, mucho más. Ese día, sin falta, constatamos que somos un solo pueblo. Todos los sectores, todas las edades, todas las condiciones, salen a recibir a la Divina Pastora en una hermosa, limpia, manifestación del júbilo de la esperanza.
Cada día en nosotros se libra una batalla entre el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. La frase es prestada y la he visto atribuida a distintos autores, pero eso ahora me importa menos que la idea en sí, y creo que esta es correcta y que es exactamente lo que siento y lo que sentimos muchos. La inteligencia que ve y toma nota y analiza, es pesimista ante los mensajes que la realidad le envía. Pero la voluntad es optimista porque sabe otras cosas, mira otras señales de la realidad que pueden pasar inadvertidas. Cree y sabe por experiencia, que puede cambiar la situación, si se empeña en ello de manera acertada, oportuna y. claro, tenaz.
Bienvenida siempre, Señora y por eso hoy, víspera de ese gran día de su llegada que nos une, insisto a mis paisanos y a mis compatriotas: 2018 será lo que nosotros hagamos con él.

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