Santa Rosa, pueblo pintoresco con más de 300 años de existencia, está a cinco minutos del este de Barquisimeto, con personas cálidas, trabajadoras y arraigadas a su cultura. La fe mariana que se profesa hacia la patrona de los larenses, invita en los primeros días de enero a sentirla desde cualquier espacio.
Al acercarse el 14 de enero, esa fe apunta a una sola dirección, pues los días previos a esta fecha, todas las actividades en el pueblo buscan honrar a la Divina Pastora.
A sus calles de piedras llegan familias enteras, mujeres con niños pequeños en los brazos, personas pagando promesas, deportistas, medios de comunicación y un sinfín de feligreses que se unen bajo el llamado de la unión y la hermandad para visitar a la Virgen.
Así pues, el día siguiente de su bajada no fue la excepción, la pequeña plaza a las afueras del templo se encontraba abarrotada de personas y al tiempo que el padre proclamaba sus bendiciones, la Virgen, sentada en su trono, resguardada por un aura de cristal y bajo el cuidado de sus celadores era admirada, cerca de las puertas de la iglesia por todos sus fieles, quienes oraban y la tocaban para sentirse parte de ella.
Sin embargo, esto no solo significa el comienzo de una alegría y emoción inigualable para muchos, sino también, el sentimiento de “tristeza y soledad” para otros: Los santarroseños, quienes a pesar de recibir a cientos de personas con una sonrisa y la mejor de las atenciones, en su corazón guardan la nostalgia de saber que su madre partirá por un tiempo a encontrarse con sus otros hijos, esos a los que no ve tan seguido, pero que igual la aman y la veneran con fervor.
De esta forma, describe su sentir Astolfo Borjas, artesano y habitante del lugar: “¡Uno siente soledad y tristeza! Es como si se fuera nuestra madre, pero tenemos que entender que ella debe salir a dar sus bendiciones para todo el pueblo, así que la esperamos hasta Semana Santa”. Por su parte, Ebert Reyes, comerciante y oriundo del sector El Turbio, dice sentirse orgulloso pues piensa que “es muy bonito ver como la procesión de nuestra madre es reconocida mundialmente”.
En lo que ambos concuerdan, es en el agradecimiento que sienten hacia la Divina Pastora por los favores concedidos; en el caso de Reyes por permitirle montar su propio negocio y el señor Astolfo, por algunas peticiones personales y de salud.
A la par, la señora Ítala Inmaculada Suárez, quien vive a media cuadra de la iglesia, también le atribuye a la Virgen un milagro materializado en el cuerpo de su sobrina: “¡Fue uno de los milagros más grandes que me ha concedido!
Mi sobrina, en una operación de la apéndice, sufrió un paro y tuvieron que inducirle el coma, los médicos no nos daban muchas esperanzas y de tanto pedirle a la Divina Pastora, ella pudo despertar de nuevo, pero al volver no recordaba a nadie de la familia, ni siquiera a sus padres, solo se acordaba de mi, así que me encargué de integrarla nuevamente”.
No obstante, al preguntarle sobre lo que siente cuando la Patrona de Santa Rosa parte del templo, no dudó en indicar: “Cuando ella sale de aquí esto queda, prácticamente, borrado del mapa y es a su regreso que el pueblo revive”.
Por otro lado, el señor Emilio José Rivero, quien ha fungido como celador de la Virgen durante 26 años, no solo en Santa Rosa, sino también en las visitas a otros municipios, considera que “esta es una procesión de fe para todo el mundo y más aún en la situación que todos nos encontramos, hoy día todo el país necesita de su poder para salir adelante”. Mientras que Judy Del Carmen Pérez, proveniente del sector Las Delicias, comenta que en años anteriores se acostumbraba a que los santarroseños fueran a buscarla en su última parada, sin embargo ahora, son muchos los feligreses que la acompañan de vuelta a casa.
Como ellos, son muchos los larenses que tienen experiencias, referentes a la Virgen, que compartir, llenas de creencia, tradición, historia, fe y sobre todo mucho amor; sin importar de donde vengan o a donde vayan, en esta región más exactamente en un pedacito de tierra llamado Santa Rosa, la Divina Pastora, reina y madre espiritual de los guaros estará allí para bendecirles.
Aferrado a su imagen
Oscar Riera, de 73 años de edad, y artesano, narra su experiencia milagrosa con la Virgen. “¡Me ha concedido muchos milagros! Pero siempre resalto lo que me ocurrió en un accidente de tránsito… Iba bajando por la Lara y se dañó un muñón del carro, haciéndome perder el control y comenzar a dar vueltas, ante la situación, agarré entre mis manos una imagen de ella que siempre llevo conmigo y le pedí que no me pasara nada malo y tampoco a unos muchachos que estaban en una esquina. Al final, el carro se estrelló contra un árbol y terminó destrozado, mientras que a los jóvenes y a mí, no nos pasó absolutamente nada”.
Sanadora de los enfermos
Alexander Ramos, desde su puesto de plátanos en Santa Rosa, comenta que hasta ahora, la Virgen no le ha concedido un milagro directamente, pero pudo ver como su cuñado fue salvado de cáncer en el estomago por ella. “Él ya estaba desahuciado por los médicos, pero comenzó a pedirle y orarle a la Divina Pastora, hasta que en un momento escuchó una voz que le dijo que cortara el vástago de una mata de cambur y se tomara el líquido que saldría de la planta, así lo hizo y se curó, luego de eso le ofreció una misa como agradecimiento”.