Va Pensiero – ¿Qué es ser venezolano en estos días?

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Yo he vivido la experiencia de ser extranjero tres veces. La primera cuando fui traído a Venezuela por mis padres al terminar la segunda guerra mundial. Ellos venían huyendo de todo, incluso del olor a mortecina que aún flotaba sobre los pueblos destruidos, arrasados. Entonces, al llegar a Venezuela comencé a vivir en dos países y con dos lealtades enfrentadas. El país que vivía en la casa era nuestro mundo italiano, se leían textos en italiano y se recordaba cómo era Italia. De muchas maneras, obviamente, era una Italia imaginaria, por lo menos para mí. El otro país estaba afuera de la casa, en él se hablaba español y pronto aprendí a mentar madre y a no dejarme caciquear como cualquier criollo del barrio donde vivíamos. Esa dicotomía la viví mucho tiempo hasta que, ya adolescente, el recuerdo de Italia se fue extinguiendo y fui entendiendo mi otro país, el que generosamente me había aceptado y ayudado a que mis padres vivieran en paz y lejos del tormento de la guerra. Pero del otro, me quedó la convicción de que era mucho lo que debíamos y podíamos hacer para ayudarlo a progresar. Eso, por supuesto, me convirtió en un inconforme al que nada le parecía suficientemente bueno pues se podía hacer más.
Ya en mis 30 fui becado al exterior. Durante dos años y medio viví en Inglaterra y ahí aprendí no solo lo que me enseñaba la universidad, algo que ya hoy está, sin duda, obsoleto, sino lo que vi en la calle: el modo de ser de un país civilizado. Muchas de las cosas que conocí entonces no las he olvidado y las sigo añorando.
Ahora, en mis setenta y dele, estoy en un país en el que no me reconozco y con el que no me identifico. Este país ha dejado de ser el mío. Me siento parte de una minoría marginal, como un judío en Alemania en tiempos de Hitler. Me siento maltratado, insultado, humillado y burlado. Yo, que siempre he admirado y respetado el pensamiento racional siento que, de pronto, estoy en un país que ha regresado a un nivel de barbarie e irracionalidad que lo coloca al nivel de lo que Rómulo Gallegos narra en Doña Bárbara: un país donde la arbitrariedad y la ilegalidad es la ley. El país ha sido invadido por una tribu de bárbaros. Y temo que una nueva edad media está por comenzar.
Desde hace ya un tiempo del país están huyendo muchos venezolanos. No solo huyen de la situación política, del hambre, de la inflación, la inseguridad, la exclusión y la desesperanza. Están huyendo de aquella minoría del país que no representa más del 20% de la población y que nos trata casi como los alemanes trataron a los judíos: sin comida, sin medicinas, dificultándoles la obtención del pasaporte para castigarlos por querer irse.
Venezuela está dejando de ser mi país, un país del que no me siento ciudadano, sino victima, al igual que muchos otros que aún quedan aquí. No es mi país el que me maltrata, sino el de ellos. Me han convertido en un apátrida.
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