Con la firme aspiración de una Venezuela distinta, recuperada en todos los sentidos: en moral, éxito, unidad, alegría y felicidad como hermanos como éramos antes, dándonos el apretón de mano y el fraternal abrazo de los que estamos acostumbrados, lamentablemente hoy carecemos de todas estas buenas costumbres que por sí nos alimentaban el espíritu; por ello junto a mucha gente que desea vivir en paz y recuperar su idiosincrasia, el ánimo y el deseo de encontrarse nuevamente con el propio venezolano de muy buenas costumbres, cambien el discurso de hoy nada agradable por un discurso positivo que hable de prosperidad, abundancia, trabajo y beneficios para todas las familias, que comamos completo y podamos disfrutar de todas las riquezas de nuestro país: padres, hijos y nietos, en fin, que a todos nos cambie la vida para bien y no seguir viendo niños, jóvenes, adultos, adolescentes, adultos mayores, desgastando su corta vida haciendo colas bajo sol y agua mendigando una miseria que no alcanza para nada, aparte del vejamen que recibe por pagar penas ajenas.
Reconocer el éxito: es necesario definir primero el fracaso de esto que es una receta muy buena para el odio, el ego, la soberbia y la tiranía; frenar las ambiciones para no caer en el dicho que dice: “la avaricia rompe el saco y se pierde el sentido de vivir y convivir”; por ello mis ruegos a Dios y su hijo Jesús, para que nos ilumine nuevamente el camino del amor, la paz, la convivencia y nos reencontremos nuevamente en el camino del bien donde nos miremos con ojos de bondad y el deseo de volvernos a encontrar y no hasta nunca como estamos hoy que hasta nos miramos mal como quien dice tu eres el culpable. Esto es producto de tanto odio sembrado en los tuétanos de muchos venezolanos que sin querer han asumido esa actitud debido a la incertidumbre, pero a quien no le hace falta lo que antes tenia para andar contento.
En nombre de todos los venezolanos de buena voluntad que somos muchos me atrevo a poner en práctica aquello que “el fracaso es la negativa de establecer un plan y trabajar para su cumplimiento cualquiera que sean los obstáculos”, que cesen las diferencias marcadas para poder lograr la unión y así por medio del trabajo honesto, lograr nobles propósitos como esta petición. Pensemos que esto no es muy difícil conociendo a fondo como somos, no debemos pensar lo peor y de corazón debemos no perder la fe de que solo hay malos aconsejados y que más temprano que tarde tomaran el verdadero camino que es saludable para todos, para ser prósperos no es necesario atropellar a nadie ni mucho menos a sus hermanos de patria, no entendemos y seguimos aun sin entender la desolación de los hogares, vivimos una triste soledad inhumana al ver los cuartos vacíos, el comedor de ocho sillas seis desocupadas y un silencio sepulcral con el corazón reprimido, abra al menos un hogar en el planeta que le guste vivir así vacié.
Con toda la fe y en nombre del altísimo porcentaje que estamos en plena crisis no debemos desear mal para nadie, la unión es la única vía para construir una inmensa autopista a la reconciliación que nos conduzca al amor para abrirle paso a la prosperidad para todos sin discriminación y una base solida para el perdón aunque muchas personas sobre todo los númerologos apuestan a que el año 2018 viene peor, mis ruegos porque no acierten, mi férrea fe me dice otra cosa, que este 2018 abra un cambio para todos confiemos en aquel viejo dicho que dice: “cuando las malas atacan es porque las buenas están cerca”, mi mente dice que están empujando con toda la fuerza del bien.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país
José Gerardo Mendoza Durán
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