El cine mexicano dejó una profunda huella en la idiosincrasia de Latinoamérica. Uno de sus grandes actores fue Mario Moreno, mejor conocido como Cantinflas. Son recordadas entre sus películas filmadas: Si yo fuera diputado, El Analfabeto, Su Excelencia, El Ministro y yo, El Gendarme, El Mago, Entrega inmediata, El hombre atómico y No te engañes.
En el argot popular quien con sus payasadas produce un mal chiste, suele llamarse a esas actuaciones “cantinfladas”. Y es justamente lo que ocurrió el pasado 18 de este mes en la reunión de Maduro y los impuestos gobernadores y alcaldes. El mandatario reproducía al más reciente film del cine mexicano que lleva por título “Ávido”, donde el espectador es envuelto en una realidad virtual. Nada es real.
Quien escuchaba al dictador repartiendo juguetes y perniles, produciendo decretos como arroz, insultando, profetizando, haciendo de teólogo y filósofo al analizar la natividad y estableciendo analogías entre Cristo y las acciones de su gobierno, no podía menos que concluir que estaba en una sala de cine. Venezuela en palabras del gobernante es “Alicia en el país de las maravillas”.
Criticó a los gobiernos de Honduras, Argentina, Brasil y Estados Unidos como si la situación de Venezuela casi sin reservas internacionales y con una deuda externa mil millonaria fuera mejor que la de esos países. Responsabilizó a Trump del nombramiento de Ramos Allup como candidato presidencial de la oposición y de la “guerra económica”.
No habló de las inmensas colas de vehículos en pueblos y ciudades para encontrar gasolina, ante el desastre de PDVSA; del alto costo de la vida, de la especulación y la inflación, que hace que tengamos las navidades más tristes de la historia de Venezuela; de los presos políticos y de la inmensa diáspora venezolana regada por el mundo; de los estantes vacíos en las panaderías y supermercados; de la escasez de medicinas y repuestos de automóviles; de la corrupción de los jerarcas de su gobierno; de sus narcosobrinos ni de la posibilidad de extraditar a Rafael Ramírez y olvidó calificar lo de los Chávez como un verdadero nepotismo. Mucho menos se refirió a la derrota de la izquierda en Chile y a la elección de Piñera.
Todo indica que el año 2018 será terrible. Los escasos productos que se encuentren no podrán adquirirse debido a los altos precios que el gobierno no controla. El éxodo de más empresas, el quiebre de otras, el desempleo, la emigración de los venezolanos hacia países vecinos, convierten a Venezuela en un problema continental, que la comunidad latinoamericana deberá encarar.
Ya no vale decir “a mal tiempo buena cara”, el venezolano está agotado. Al pensar en nombres como los de Ledezma, Mendoza o Cecilia García Arocha para rescatar la patria, se hace desde una perspectiva mesiánica. Se necesita el concurso de todos para terminar con esta pesadilla. Decía Churchill que “un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista ve una calamidad en cada oportunidad”.