La alegría volvió a Mosul este año para la primera misa de Navidad desde la derrota de los yihadistas. Qué más da que los adornos de la iglesia de San Pablo sean modestos y los blindados estén desplegados en el exterior, dentro es una fiesta.
Cinco meses después de la «liberación» de la segunda ciudad más poblada de Irak, la misa comenzó entonando el himno nacional y en medio de yuyos (grito con el que las mujeres expresan alegría).
Entre la muchedumbre, Hosam Abud, de 48 años y en silla de ruedas, está contento de oír misa por primera vez desde que regresó a Mosul a principios de mes. Cuando la organización Estado Islámico (EI) se apoderó de la ciudad en junio de 2014 él se refugió en el vecino Kurdistán iraquí.
Esta misa, la primera en la ciudad desde mayo de 2014, «firma el regreso de la vida a Mosul», asegura.
«Con esta misa, enviamos un mensaje de paz y de amor porque Cristo es el mensajero de la paz y sin paz no hay vida», explica a la AFP el patriarca de la iglesia católica caldea, monseñor Louis Sako, que celebraba el oficio.
‘Todos hermanos’
Farqad Malko también volvió hace un mes del Kurdistán. Para ella es un mensaje dirigido al EI: «Con esta celebración les decimos que todos los habitantes de Mosul son hermanos, sea cual sea su religión, su etnia y a pesar de todos los daños y los sufrimientos que les infligieron».
Estar aquí es «una alegría inmensa», dice en medio de villancicos, los primeros desde diciembre de 2013.
Durante los últimos días, unos voluntarios repararon los destrozos en la iglesia de San Pablo, la única abierta en la ciudad, e instalaron cortinas blancas y rojas para ocultar las huellas de la guerra.
En medio de velas, abetos y sábanas blancas para tapar los agujeros en las vidrieras dañadas por los combates y las explosiones, los habitantes musulmanes acompañaron en este día a los fieles cristianos. También acudieron las autoridades locales y mandos de las instituciones militares.
Delante de la iglesia había un imponente despliegue de las fuerzas de seguridad, así como en los cruces por los que se accede a este templo situado en la parte este de la ciudad, la menos destrozada por la guerrilla urbana.
Los blindados y los vehículos militares apostados en los alrededores de la iglesia y la foto de un «mártir» cristiano de Mosul asesinado por los yihadistas recuerdan a los fieles los tres años de ocupación del grupo ultrarradical, autor de infinidad de atrocidades y atentados.
Durante este periodo, los yihadistas persiguieron a las minorías religiosas, en particular a los yazidíes y a los cristianos caldeos y siríacos de la meseta de Nínive (provincia cuya capital es Mosul), lo que desencadenó un éxodo masivo.
‘Alentar la vuelta’
Ahora «hay que reconstruir las iglesias destruidas en la ciudad para alentar la vuelta de los cristianos», afirma Abud, cuya familia fue una de las últimas cristianas en irse.
Desde la invasión de Irak, encabezada por los estadounidenses en 2003, los responsables locales estiman que alrededor del 90% de la población cristiana huyó de Mosul.
Cuando llegaron los yihadistas sólo quedaban unas 2.000 familias cristianas, según la asociación Fraternidad en Irak.
Ahora que los yihadistas fueron expulsados, «los cristianos desplazados en Irak o refugiados fuera del país deben regresar rápidamente», estima monseñor Sako, jefe de la principal iglesia cristiana en Irak. Y «desempeñar un papel activo en la reconstrucción».
Según Durid Tobia, asesor del gobierno para los asuntos cristianos, «entre 70 y 80 familias cristianas volvieron a Mosul y otras lo harán pronto».
Mina Ramez, de 20 años, regresó a casa con su familia hace dos meses. Justo a tiempo para el comienzo de las clases en la universidad.
«Es nuestra tierra, son nuestras casas, y haremos cuanto podamos con nuestros hermanos de todas las religiones para reconstruir Mosul», afirma a la AFP.»No abandonaremos nunca la tierra que nos vio nacer».
La presencia cristiana en Mosul se remonta al siglo IV.