Bendito sea el mes de diciembre, por ser el mes de la esperanza, el mes de los niños que lo esperan con mucha alegría y fe de que les traerá regalos, inocentes de la crisis en la que se encuentra el país.
A muchas familias se les dificulta cubrir sus necesidades prioritarias como es e caso de la comida. Imaginemos cómo será el dolor de un padre que no pueda alimentar a sus hijos ni comprarles un juguete.
Sin ánimo de buscar un culpable aunque todo el mundo lo sabe, porque este país hace un poco menos de dos décadas era un país de abundancia y hoy un país de gente en su mayoría sacrificada, amargada, improductiva, agotada y triste, preguntémonos: ¿Qué paso en mi país, Dios santo?, ¿qué hemos hecho para que se castigue con tal crueldad a nuestros hijos y nietos, careciendo de todo?
Perdónanos Señor, pero si éste es un castigo o una maldición está demasiada larga. Me he hecho un examen de conciencia profundo y no me considero culpable por maldades que otros hacen. Algún día volveremos a amar a la gente, a no amar las cosas, y a no usar a la gente. Eso lo lograremos cuando alcancemos la unión a la que tanto aspiramos y nos enseñe el camino del amor y la paz.
Niño Jesús, con todas esas dificultades y si aún falta, jamás perderemos la fe en ti como única vía de salvación; no perderemos la esperanza, danos hoy tu fuerza para que podamos encontrar el camino que nos ayude a todos a salir de esta crisis que está acabando con los hogares y con todo lo que huele a bueno.
Todo lo que sucede hoy en el país Niño Jesús, nada alentador es. No te das cuenta de que todo el sector productivo generador de riqueza y bienestar está cada día más golpeado con tendencia a desaparecer y los que tienen la iniciativa de fomentar y hacer viven atemorizados de que nuestro país se convierta en indeseable. Le toca a usted, Niño Jesús, velar por todos los que deseamos vivir en paz, con garantía y respeto a la inversión, que se les tome como un aliado no como enemigos.
Estas súplicas Niño Jesús, te las hacemos en nombre del 90% de los habitantes de nuestra patria; tu más que nadie, Niño Jesús, sabes que una minoría no debe someter a la mayoría a tan grave humillación.
Es bueno Niño Jesús, que sepas que no hemos perdido la esperanza y la fe en ti, ni hemos dejado de orar por aquellos. B.G. nos dejó un mensaje que dice: “La oración no la dejes nunca por nada, ella da brillo a tus ojos, ardor en tu corazón, fuerza en tu voluntad, preserva todos los días sin desistir y Dios te escuchara”. Por ello siempre mi invitación a seguir luchando por el bien de todos.
1. ¿Dónde estabas Niño Jesús, cuando caímos en el desempleo que va en aumento cada día?
2. ¿Dónde estabas Niño Jesús, cuando comenzó el cierre de empresas privadas, de industrias, comercios y plantas generadora de empleo?, ¿será que nos portamos tan mal para padecer este castigo?
3. ¿Dónde estabas, Niño Jesús, cuando comenzó la grave escasez de todo y para todos los venezolanos de a pie e igualmente la inseguridad personal y de bienes?
Te preguntamos, Niño Jesús, qué culpa tiene el productor del campo para someterlo a esta crisis, cuando se le dificulta comprar un machete y otros instrumento de trabajo, mucho más reparar un tractor o comprar uno nuevo. ¿Es que en el cielo no ven como mueren tantos niños de hambre y muchos ancianos comiendo de la basura?
Ayúdanos, Niño Jesús, a que volvamos a querernos y respetarnos, frena estos atropellos, da la impresión que nos estamos comiendo unos a otros, devuélvenos aquello que dice que “para tratarnos así mismos usa la cabeza y para tratar a otros usa tu corazón”.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país
José Gerardo Mendoza Durán
[email protected]
@JGMendozabarqto