Siempre estuve consciente de la fragilidad que acusaba la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Lo manifesté cada vez que lo creí conveniente. Incluso expresé mis reservas acerca de la multiplicidad de voceros incoherentes, quienes preferían hacerlo más a nombre de sus respectivos partidos, que de lo que debía el discurso único de la Alternativa Democrática.
Nunca pude explicarme las razones por las cuales la dirigencia política opositora le temía a la “vocería institucional” de la MUD. Coincidí con muchos analistas, en que la proliferación de sonidos opositores, aunque fuera otro el propósito de los actores comprometidos, tarde o temprano abriría una gran brecha en la MUD. Y llegó el momento aciago para lo único que generaba esperanzas en el pueblo: la ruptura se materializó.
Ahora estamos frente a una realidad que apunta hacia densos nubarrones. Y lo peor de todo es que los discursos altisonantes delos líderes que adversan al régimen, en la mayoría de los casos para lacerarse entre sí, mantienen “el dedo en la llaga”, para que ésta tarde más en cicatrizar. ¡La Unidad está herida de muerte!
Es difícil creer, en mi caso por lo menos, que cualquier nuevo llamado a recomponer la Mesa de la Unidad Democrática, esté exento de hipocresía. Así lo vemos muchos, porque más son los dardos que los opositores se lanzan recíprocamente, que la prédica que debía estar dirigida contra la dictadura nazicomunista que encabeza Nicolás Maduro.
Los compromisos electorales del 2018, si es que aún se puede hablar en Venezuela de auténticas prácticas realmente democráticas, están a la vuelta de la esquina. Empezar de nuevo a estructurar un poder político unitario en las filas de la oposición, a mi juicio, es una tarea casi imposible. Creo que la dirigencia democrática se ha creado sus propias barreras, a los efectos de abordar con sinceridad la posibilidad de ofrecerle al pueblo otra alternativa creíble. Quisiera estar equivocado, pero el proceder sectario e individualista de los principales líderes opositores, es lo que más parece proyectarse.
Lamentablemente, por acción u omisión de los oponentes del régimen, éste, con apenas el 30% de aceptación popular, hace lo que le viene en gana. A la cúpula corrupta que ha usurpado el poder, poco le importa ya violar la Constitución a su antojo y recurrir a cuantos delitos pueda cometer, para mantenerse en los cargos que les permitan seguir saqueando las riquezas del país, en especial, la industria minera, el negociado de dólares, las importaciones y el contrabando de combustibles. ¡La oscuridad se extiende todos los días!
ANTONIO URDANETA AGUIRRE
Educador – Escritor
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