El pasado 30 de noviembre, en una decisión prevista por los analistas internacionales, los países miembros de la OPEP y la coalición de 10 productores encabezados por Rusia, -en conjunto representan 60% de la producción mundial de crudo- han decidido prolongar el acuerdo suscrito a finales de 2016 para mantener 1.8 millones barriles diarios de crudo fuera de las cuotas de producción, estrategia que busca recuperar las cotizaciones internacionales.
Los precios han subido de 30 $/barril a comienzos de 2016, hasta cotizaciones ligeramente por encima de 60$ en el tercer trimestre de 2017. Sin embargo, lograr el equilibrio del mercado, dependerá de la evolución de un conjunto de factores, que ahora mismo se encuentran regulando su dinámica.
1.Producción de esquisto en EEUU
El primero de estos factores condicionantes, está basado en la tendencia proveniente de la extracción de shaleoil (esquisto) de los campos de Texas, Dakota del Norte y Nuevo México. Mientras la Agencia Internacional de Energía (AIE) supone un crecimiento moderado de esta producción, que pudiera aproximar un equilibrio del mercado en el segundo semestre de 2018, informaciones provenientes de otras fuentes anunciaron alzas importantes en la producción de estos crudos no convencionales desde septiembre 2017.
«Los datos del gobierno muestran un aumento de 300.000 barriles por día en la producción de EE.UU en septiembre en comparación con agosto; hasta 900.000 barriles desde septiembre de 2016” según los analistas de Barclays.
Para Citigroup, la estabilidad de los precios en la curva de futuros en alrededor de 50 dólares el barril ha permitido a productores de petróleo estadounidenses mantenerse activos en el uso de contratos de futuros, cubriendo la producción del 2017 y seguramente la del 2018. Se espera, que aumentos en los precios, favorecerán los retornos de las inversiones y permitirían la recaudación de fondos que habilitarán la explotación de campos de shale más costosos en Estados Unidos. En el transcurso del año, gigantes de la industria como Shell, Chevron y Exxon Mobil han invertido con mayor dinamismo en el sector.
2.La situación interna en la OPEP
Desde su creación en 1960, la OPEP planteó la defensa y estabilización de los precios en los mercados internacionales como asunto prioritario. Para ello, se coordinaron las políticas de producción de los países miembros, en un esfuerzo conjunto que permitiera aprovechar la ventaja relativa de la organización en cuanto a volumen de producción y reservas. Luego del embargo petrolero de 1973, la organización poseía las dos terceras partes de las reservas internacionales del crudo y suministraba el 84% de la demanda de petróleo de los países de la OCDE.
En estos tiempos la situación es otra; su importancia como proveedor de la oferta mundial ha disminuido a un tercio de la misma, y la toma de decisiones es impulsada por Arabia Saudí, que se ha constituido en su principal referencia. El Reino, que atraviesa un proceso de reformas económicas y políticas, ha visto caer sus ingresos fiscales en más de 200.000 millones de dólares en los últimos tres años, generando una contracción económica en 2017. La baja de los precios, la lucha por el liderazgo regional, y los conflictos en Qatar y Yemen han agudizado la crisis interna del Reino.
Venezuela, que ha venido perdiendo cuotas de mercado por su incapacidad para mantener sus niveles de producción de antaño y por sus desacertadas políticas económicas, produjo en octubre un promedio de 1,9 millones b/d (OPEC, Report Nov. 2017). Ahora es un productor secundario, con una limitada influencia en la toma de decisiones de la organización, a pesar de contar con las más grandes reservas mundiales de crudo.
Libia y Nigeria, que hasta ahora han estado exentos de cuotas, se incluirán en el proyecto de reducción: su producción acumulada debería limitarse a 2,8 millones b/d según las cifras de OPEP.
3. Las tensiones geopolíticas
Petróleo y volatilidad política-financiera se complementan. Medio Oriente, -asentamiento de las más voluminosas reservas de crudo a nivel global- es cuna de conflictos antiguos y recientes. El 80% del petróleo producido por la OPEP proviene de su subsuelo. Los Estados miembros se enfrentan entre sí, impulsados por nuevos fundamentalismos y una lógica geoeconómica de nueva data. Irak se ha convertido en una especie de Estado fallido; después de la invasión norteamericana del 2003 ha sido incapaz de restaurar el orden interno y resguardar sus fronteras. Irán por su parte, ha manipulado las dificultades en la zona en función de sus apetencias de liderazgo regional.
Su intromisión en la política interna de Siria y en Líbano a través de brazos armados como Hezboláson evidentes. Ha edificado un corredor de acceso al Mediterráneo que le permite reforzar su influencia en la región y exportar petróleo para sus clientes europeos. Su enfrentamiento con Arabia Saudí, va más allá de una pugna religiosa (sunitas contra chiitas) o de una visión política particular (monarquía contra república islámica). La crisis diplomática en Qatar y la guerra en Yemen son una continuación de esta controversia.
El primer semestre del 2018 será decisivo para la estabilidad del acuerdo OPEP y sus socios. Se espera una recuperación de la economía global, que pueda contribuir a reducir inventarios y disminuir la sobreoferta. La OCDE en su informe de finales de noviembre establece un pronóstico de crecimiento del 3,6% del PIB global para 2018. Se prevé que para junio la Opep reevalúe el acuerdo y tome los correctivos necesarios.