Delegados del gobierno y de la oposición de Venezuela mantendrán este viernes una segunda ronda de diálogo en Santo Domingo para resolver la crisis política, en torno a una propuesta de los países garantes, informó este jueves uno de los negociadores.
La cita dará continuidad al proceso iniciado el 1 de diciembre con el acompañamiento de México, Chile -invitados por la oposición-, Bolivia, Nicaragua y San Vicente y las Granadinas, cercanos al gobierno del presidente Nicolás Maduro.
El documento sobre el cual girarán los diálogos «lo están ajustando los cancilleres, una vez escuchadas las partes», dijo a periodistas Simón Calzadilla, parlamentario y negociador de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Gobierno y oposición plantearon a los cancilleres de esos países su visión sobre los seis puntos de la agenda, y a partir de ello los diplomáticos elaboraron una propuesta, según otra fuente cercana al proceso.
«Eso nos garantiza que hay un documento imparcial», manifestó Calzadilla.
Las conversaciones también tienen como garantes al presidente dominicano, Danilo Medina, y al exjefe del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
El diputado no detalló la agenda, pero insistió en la principal demanda de la MUD: garantías para las elecciones presidenciales de 2018, lo que a su juicio implica reformar un poder electoral al servicio de Maduro.
«Debe haber elecciones libres, sin el chantaje del gobierno a los electores. No vamos a cerrar un acuerdo ‘chucuto’, que no garantice su cumplimiento», advirtió Calzadilla, quien no no descartó un tercera ronda de negociación.
Para el gobierno, la prioridad es el cese de la «guerra económica», un complot que, asegura, es liderado por Estados Unidos y apoyado por la oposición para derrocar a Maduro.
Sus negociadores exigen que la MUD interceda ante Washington para que levante sanciones que impiden transar nueva deuda venezolana, justo cuando Maduro se propone renegociar un pasivo externo estimado en unos 150.000 millones de dólares.
Por pagos atrasados de sus bonos de deuda, el país con las mayores reservas petroleras, pero con su economía colapsada, fue declarado en default parcial por un grupo de acreedores y agencias calificadoras.
Los primos y adversarios que negocian
Todo empezó hace siete décadas cuando Pascual Florido, un rico hacendado, regaba su descendencia hasta tener 45 hijos. Hoy, tres de sus nietos -enemigos políticos- se sientan a la mesa de diálogo para intentar sacar a Venezuela del foso.
De un lado, Luis Florido, diputado del ala más conservadora de la oposición, y del otro los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, parte de la cúpula chavista. Primos y adversarios sin tregua.
Su abuelo tuvo 45 hijos de varias mujeres, pero solo reconoció a su primogénita y a nueve concebidos en matrimonio, entre éstos Vicente, padre del parlamentario.
Los demás crecieron con sus madres, incluido Jorge Rodríguez, reconocido dirigente comunista torturado y asesinado en 1976 en un calabozo policial, contó a la AFP el legislador y empresario de 51 años.
Desde niño, Florido escuchó hablar en su casa sobre los Rodríguez, pero recién a los 17 años conoció a su primo en el liceo donde estudiaba.
«¡Epa, cómo estás!, le dije. Fue la única vez que lo vi hasta ahora. Tenía yo 17 años y él era un peludo», añade, marcando el contraste con la calvicie del actual ministro de Comunicación.
A Delcy, presidenta de la todopoderosa Asamblea Constituyente chavista, apenas la vino a conocer personalmente en República Dominicana, sede de los diálogos que se reanudarán este viernes.
Virulencia política
La fecundidad del patriarca es origen de múltiples paradojas.
En una ocasión, evoca Florido, su padre le dio un aventón a un desconocido que viajaba desde Caracas a Lara, de donde es la estirpe, y el hombre resultó ser su hermano.
«Le comentó que era de Jabón, un pueblito llamado así porque es muy resbaloso cuando llueve, y mi padre le dijo: ‘¡chico, yo también!, ¿cómo se llama tu papá?’. Y el hombre le respondió: ‘Pascual Florido. ¡Pero si es el mismo mío!'», relató el diputado.
Por esas mismas casualidades, Florido y Delcy han librado una guerra fuera de Venezuela: él denunciando la «dictadura» del presidente Nicolás Maduro, y la beligerante excanciller de 48 años acusando a los «apátridas» y defendiendo al gobierno de los «ataques del imperio».
La virulencia, sin embargo, se limita al terreno político. En una oportunidad, Jorge, psiquiatra de 52 años, pidió investigar a Florido por supuestamente especular con importaciones de alimentos.
Las cuestiones personales las han ventilado terceros. El año pasado, el poderoso dirigente chavista Diosdado Cabello acusó la familia Florido de haberle robado la herencia a los Rodríguez.
«¿Dónde está la parte de los hermanos Rodríguez? Se la robaste, así son los pillos», sostuvo Cabello, trenzado en una pelea con Florido tras denuncias del diputado sobre malos tratos en prisión a su líder, Leopoldo López.
«¿Tú crees que cuando nosotros estemos en el poder no te podemos hacer lo mismo? Te podemos hacer cosas peores… pero no somos así», había dicho Florido.
En orillas distintas
La polarización ha permeado a muchas familias venezolanas, y los antagonismos tocan altas esferas.
Una hija criada por el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma, quien en noviembre escapó de su arresto domiciliario a Europa, está casada con Andrés Izarra, exministro chavista.
Otro caso es el de Didalco Bolívar y su hija Manuela. Oficialista él, opositora ella, rivalizaron como parlamentarios.
Florido cuenta que algunas personas lo han cuestionado en la calle por su vínculo sanguíneo con los Rodríguez, pero es enfático: «Hemos crecido en orillas muy distintas y muy distantes».
Los respeta a su manera. A Jorge, lector voraz que diagnóstica patologías en televisión a sus rivales, lo considera «un tipo muy peligroso porque es muy inteligente».
«Hay que tenerle mucho cuidado por su condición de psiquiatra, pero puedes tener una conversación respetuosa con él. Delcy es un poco más difícil, se abre menos», comenta.
Y aclara que aunque la negociación no los ha unido, es el punto del que emergerá, ahora o en el futuro, la solución a la encrucijada venezolana.
«No es fácil con tanta rabia que hay, tanto odio de parte de ellos principalmente, y también de parte nuestra. La gente con tanta frustración ha terminado odiando. Pero tenemos que aprender a coexistir».