Delante de los clientes que cenaban o esperaban su pedido en un puesto de comida rápida de la calle 6 entre carreras 1 y 2 del sector Pueblo Nuevo, zona oeste de Barquisimeto, dieron muerte, el martes por la noche, a Ezequiel Antonio Mogollón Colmenárez, un transportista de 37 años de edad.
Cuando ya había terminado la jornada de trabajo Mogollón salió de su casa -en la carrera 2 con calle 9 de Pueblo Nuevo- en la buseta que usaba para trabajar como chofer de la línea Ruta 15 para ir a cenar en un puesto callejero de hamburguesas; dejó la unidad estacionada frente a una licorería cercana y allí, al parecer, fue donde se le acercó un hombre armado, presuntamente, para atracarlo.
Quienes estaban en el local de comida chatarra vieron cómo Mogollón y el desconocido caminaban desde la licorería, mientras Mogollón hablaba por teléfono. Al llegar a donde estaban los comensales se detuvieron y el delincuente le disparó, sin más, ante la vista de todos. Enseguida corrió hacia la esquina de la carrera 1 donde lo esperaba una camioneta azul para escapar, narraron los vecinos a EL IMPULSO.
Mogollón aún consciente se levantó la franela, se tocó el tórax, donde le perforó la bala, y perdió el conocimiento. El dueño del local de comida rápida, que bien conocía a Mogollón, pues era uno de sus clientes más frecuentes, se apresuró en montarlo dentro de su carro y lo llevó al Seguro Social Pastor Oropeza, pero ya estaba muerto cuando llegaron.
No creen en la justicia
Del transportista y su familia en Pueblo Nuevo no tienen quejas. Mogollón era, en palabras de una vecina, “muy buena gente”. El padre de dos niños no había hecho otra cosa que trabajar como chofer. Antes, como taxista independiente en su propio carro y actualmente como conductor de transporte público, mencionó el padre, Ezequiel Mogollón.
Perder a un hijo en un hecho violento no es un dolor nuevo para el señor Mogollón. De cinco hermanos dos han perdido la vida de manera similar. En abril de 2009, mataron a Leonardo José Mogollón Colmenárez, hermano de Ezequiel Antonio y quien también trabajaba como taxista. Lo asesinaron en el mismo sector, a una cuadra de su casa, después de haber arrancado a llevar a un vecino. Le dispararon desde un Aveo gris que se detuvo del lado del copiloto, donde iba sentado el vecino, reseñaron los periódicos locales.
Los habitantes de Pueblo Nuevo todavía recuerdan aquel día y creen que el o los homicidas se equivocaron de persona.
Ocho años después de aquel hecho y revivido el dolor por la muerte de otro hijo, el progenitor, ayer, se declaró incrédulo de la justicia. “Nadie va a hacer nada por esto”, dijo.
