Los venezolanos recuerdan con profundo dolor y sentimiento la peor tragedia que marcó, hace 18 años, a Venezuela y al mundo, cuando una tranquila ciudad descansaba y fue sorprendida junto a sus habitantes el 15 de diciembre de 1999. Una cicatriz que perdurará por mucho tiempo en los corazones y vida de los venezolanos.
El estado Vargas ya había sido declarado en emergencia dos semanas antes de ocurrir la tragedia, por Protección Civil. Las lluvias habían advertido a la localidad que se producirían posibles derrumbes, sin embargo se hizo caso omiso a la advertencia generada por la naturaleza.
El terror se hizo presente cuando una corriente de agua mezclada con tierra bajó desde las montañas con una fuerza y velocidad aplastante ante cualquier obstáculo que se atravesara.
Los primeras afectadas fueron las casas ubicadas en las alturas de las montañas, que no tuvieron la capacidad de reaccionar a tiempo y fueron arrastrados por la corriente.
Seguidamente, el segundo golpe sería en la urbanización Los Corales, dónde el caos se apoderaría de toda la comunidad al ver que el torrente arrastraba barro y rocas con un tamaño de seis metros aproximadamente.
Carros, casas, edificios, la corriente se llevaría todo a su paso.
Una de las sobrevivientes comentó, con desespero: “No he visto a mi esposo ni a mis tres hijos desde lo sucedido. Las rocas traspasaron todo a su paso, no sé si mi casa fue llevada por la corriente o enterrada por las mismas rocas. Llamé a mi esposo y me dijo que los niños estaban durmiendo, pero el ruido de las aguas era muy fuerte, me dijo, no perdamos el contacto”. Carmen López agregó que fue la última vez que supo de su familia.
La urbanización Los Corales fue abandonado desde aquel desastre, pero posteriormente ha vuelto a ser poblada poco a poco para tratar de reconstruir el pasado imborrable que fue marcado 18 años atrás. En la actualidad, no se conoce la cantidad exacta de fallecidos en este deslave.
Orion, un perro raza Rottweiler rescató alrededor de 37 personas en el desastre natural.