Familiares de jóvenes fallecidos durante las protestas del 2017, presos políticos y víctimas de la represión en Venezuela dieron fe y denunciaron la violación de los derechos humanos que hay en el país.
“Reconocemos el valor y el coraje de quienes han estado injustamente tras la rejas, de quienes se han enfrentado con coraje a la fuerza pública y de quienes mantienen la entereza y la fuerza a pesar de haber perdido a un ser querido”, manifestó Manuel Virgüez, director de la asociación civil Movimiento Vinotinto, durante una asamblea de ciudadanos en la plaza Bolívar de Chacao.
Luis Castillo, padre de Miguel Castillo, joven comunicador social quien fue asesinado durante una protesta en las Mercedes el pasado 10 de mayo, exigió justicia por la muerte de su hijo. Indicó que a siete meses de la fatal pérdida aún no ha habido ningún tipo de avance en la investigación. “Aunque no creo en el sistema de justicia del país, si pido justicia porque tenemos que ser un ejemplo de que estas muertes no pueden seguir sucediendo en el país”, expresó.
En el acto también estuvo presente Juan Pernalete, padre de Juan Pablo Pernalete, de 20 años de edad que fue impactado a quemarropa por una bomba lacrimógena el pasado 26 de abril, que le sesgó la vida. “El sacrificio de cada uno de ellos tiene el mismo valor, mi hijo entregó su vida por un ideal: una Venezuela libre y de oportunidades. Su vida no va a ser una estadística, nosotros como padres no vamos a permitir que estos muchachos pasen a ser una estadística más”, declaró.
José Luis Santamaría y Vasco Da Costa, quienes estuvieron por tres años presos en diferentes centro penitenciarios comunes del país, denunciaron ante los ciudadanos las atrocidades de las que fueron víctimas estando en prisión por presuntamente planificar planes terroristas contra el gobierno nacional.
“A los presos políticos les violan los derechos humanos para quebrantar su voluntad. La cárcel 26 de Julio es un modelo apocalíptico del gobierno para la represión”, denunció Da Costa. Declaró que allí los presos políticos son golpeados con barrotes de madera marcados con las palabras ‘derechos humanos’ y ‘atamel’, que según los custodios son: el primero “para que sepan que aquí se respetan los derechos humanos” y el segundo “para todo aquel que se sienta mal”.
