El régimen, acostumbrado como está a inventar cortinas para ocultar la tragedia que padece el pueblo venezolano, acaba de anotarse en el escándalo mejor montado en lo que va de siglo. Esta vez colocó al frente del teatro, al fiscalito de facto que designó la Asamblea Constituyente también de facto. El funcionario de marras descubrió –¡al fin!– el agua tibia.
Se trata –para causar el mejor impacto, por supuesto–, según el fiscalito, de una poderosa y criminal conspiración contra PDVSA, que parece ser responsable de la quiebra de la petrolera nacional. Hasta hace poco, ninguno de los indiciados en presuntos hechos de corrupción, dejaron de tener la confianza y la protección de Nicolás Maduro. ¿Sería que éste desconocía los torcidos movimientos del régimen para “ponerle las manos” al oro negro? ¿Qué fue lo que hizo entonces Hugo Chávez, cuando cometió el conocido genocidio laboral, para impedir que los expertos gerentes de la empresa le impidieran sus inconfesables propósitos? ¿Para qué quería a PDVSA?
¿A quién pretenden engañar Maduro y su fiscalito? ¿A quiénes quieren proteger, de los que están más arriba del ministerio respectivo? Es curioso que el funcionario de facto, en sus “investigaciones”, haya olvidado el nombre del máximo jefe de PDVSA. Desde que Chávez le puso las dos manos al petróleo, la más alta jefatura de los hidrocarburos ha estado en Miraflores. ¡Es un simple detalle, apenas!
Nicolás Maduro está en el centro del poder “revolucionario” desde el primer día. Es decir, lleva 19 años. Luego, ¿quién podría creer en que los hechos “descubiertos” en PDVSA, los desconocía el “heredero”? En ese tenebroso episodio que atraviesa nuestra “gallinita de los huevos de oro”, ocurre algo muy similar al ya sonado caso de los “narcosobrinos”.
En efecto, cuando comenzaron las investigaciones de los susodichos, supuestamente por tráfico de drogas, se dice que ellos confesaron que tenían más de 15 años en el “negocio”. Sin embargo, en todo ese tiempo, el “narcotío” nunca supo nada. ¿Usted lo cree?
El tumor que forzosamente se reventó en PDVSA, es apenas una pequeña fístula de la pudrición que invade todo el ámbito del régimen. ¡Se sospecha, por las características del caso, que las mafias internas de la “revolución” han decidido medir sus fuerzas! ¿Cuáles serán las próximas sorpresas? Pero entre tanto, les digo a Maduro y a su fiscalito: ¡a otro perro con ese hueso!
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