Macario González, quien con el respaldo de Avanzada Progresista, Copei, MAS y Un Nuevo Tiempo aspira a ser el alcalde de Iribarren, lanzó ayer un reto al candidato del Psuv, Luis Jonás Reyes, a presentarse a los sitios donde la gente hace colas.
El dirigente político ahora independiente visitó EL IMPULSO, donde fue atendido por el director general, arquitecto Juan Manuel Carmona P. y el director-editor, periodista José Ángel Ocanto.
-¿Cómo convence a votar a quien a estas alturas duda en hacerlo o está decidido a abstenerse?
-Con una pregunta: ¿Dígame otra alternativa que tengamos a la mano para poder seguir haciéndole frente a un régimen al cual tenemos la tarea histórica de sacar de las funciones de gobierno que ostenta, porque nos han destruido el país, además de violar los Derechos Humanos y haber saqueado a Venezuela con hechos públicos y notorios de corrupción que son tan espantosos que el propio Ministerio Público se ha visto obligado a denunciar y perseguir? Quienes plantearon como un acto de rebeldía no concurrir al proceso electoral no dieron una alternativa a la estrategia de la lucha constitucional, democrática, pacífica y electoral. Por eso cuando se presenta mi nombre para la alcaldía de Iribarren, en la calle he conseguido gestos de agradecimiento y reconocimiento a mi decisión considerada osada porque a los políticos nos gusta calcular de antemano el resultado que pudiera obtenerse en un lance electoral. Y yo me presenté con el pronóstico de que la primera opción de perder.
Pero, me dije: Hay que construir una ruta para salir adelante, cambiando el estado de ánimo de la población opositora, para continuar la lucha por la defensa de la Constitución y la democracia. Don Mario Briceño Iragorry afirmó que el municipio es la raíz de la República porque a partir del cabildo de Caracas se logró la independencia. Ahora, nosotros, en las circunstancias que nos encontramos, desde Iribarren como de otros municipios tenemos el reto de reconstruir a esta República destrozada físicamente y vapuleada espiritual.
-Sin embargo, ¿qué le dice al que piensa que aún ganando con su voto, le arrebatan el triunfo?
-Que se fije en el ejemplo de Juan Pablo Guanipa y de los otros candidatos a gobernadores que pudieron resultar electos contra todo el ventajismo y defender el voto por el pueblo que se inclinó por esas opciones. No es cierto que toda contienda electoral la tiene ganada el Gobierno por todo el poder que usa de manera implacable. No existe otra vía que participar. Eso nos permitirá denunciar todos los vicios que son los atributos que tiene todo proceso electoral venezolano hasta ahora. Así se podrán elaborar los expedientes que servirán para abrirle juicio a los responsables del Poder Electoral. Votar y ser electos son derechos fundamentales y para quienes los violen existe justicia nacional e internacional.
Aquí estamos haciéndole un expediente a los funcionarios electorales que consideran que son impunes. Yo no puedo ir contra estos delitos desde la tribuna, sino que hay que meterse en ese pantano. Nuestra lucha es para conquistar un mejor sistema electoral, que es tema en discusión en las negociaciones internacionales. Queremos recuperar el ánimo de la gente en la ruta electoral.
-Las movilizaciones que se ven en las calles en estos momentos electorales, no son precisamente para unas elecciones, sino para comprar harina y aceite, por ejemplo, o para obtener el carnet de la patria. ¿Cómo romper ese control social que el Gobierno impone?
-Yendo a los escenarios donde la gente está forzada a aglomerarse, haciendo colas frente a los bancos, farmacias, panaderías, abastos y supermercados, así como en las ferias de consumo de Cecosesola. O empujándose desesperadamente para entrar a una buseta. A todos esos sitios yo he llegado y la gente ha hablado conmigo. Quienes no se atreven a hacerlo, ni lo harán, son los que el Gobierno tiene como sus candidatos, porque le temen a la reacción que encontrarán, ya que es culpa de este régimen esta situación. Además he ido al estadio y fui recibido con cordialidad. Reto, por tanto, al aspirante del Psuv para que se presente a los mismos lugares. Pero, si le aterroriza la idea, entonces, que vaya al estadio sin comprar el aforo, sin escoltas y como un ciudadano común.
El paso que di es muy personal porque lo hice en mi condición de independiente, ya que la decisión de impulsar esta ruta no la consulté ni discutí con ningún factor político. Además, no estaba en el radar electoral, porque para mí la preferencia estaba en Alfredo Ramos y porque en el seno de la Unidad tenía la primera opción. Si salía otra candidatura -como ocurrió con Sobella Mejías- habría que ir a unas primarias. Y me sentía identificado con el resultado, porque soy fundamentalmente un constructor de la Unidad. A eso me dediqué con tanto ahínco al punto que renuncié a mi militancia en el MAS.
He asumido el reto contra todo riesgo, pero me satisface que el estímulo para continuar adelante esta ruta la he conseguido en la calle. Hay que tener coraje para salir contra la adversidad a buscar un resultado electoral que, a primera vista, no se veía por ninguna parte. Los aspirantes que existían al conocerse los resultados del 15 de octubre, desaparecieron.
Quiero despejar el camino porque me duele que a las nuevas generaciones no se le deje una vía hacia la democracia. No me ha motivado ningún apetito burocrático porque he sido parlamentario por tres períodos y ahora suplente en la Asamblea Nacional, además de haber sido alcalde. Lo que me anima es restablecer el sistema democrático a partir del municipio y por el dolor que uno siente al ver la ciudad que tenemos hoy. Es tan terrible la situación que el propio candidato del Psuv ha dicho que él aspira ser alcalde porque quiere recuperar a la Barquisimeto de ayer. No le gusta la que destruyeron sus camaradas, sino la que yo dejé hace 18 años y logré que tuviera un Plan de Desarrollo Urbano Local.
Barquisimeto tenía un esplendor en el horizonte abordando problemas con soluciones; pero, ellos la abandonaron y ahora tenemos una ciudad llena de basura, con sus pavimentos llenos de huecos y calamitosas situaciones, con un transporte colapsado, y desbordamiento de la economía informal y sin obras porque ni siquiera pudieron hacer el proyectado terminal de pasajeros que dejé.