“Nunca llegarás a tu destino si te paras a tirar piedras a cada perro que te ladra”. Sir Winston Churchill (30-11-1874/24-01-1965)
Gran guerrero de la II Guerra Mundial, civilista, académico, sagaz, tozudo y lleno de integridad por doquier, Sir Winston Churchill fue un político y estadista británico, conocido por su liderazgo en el Reino Unido y Europa, durante la Segunda Guerra Mundial. Es considerado uno de los grandes líderes de tiempos de guerra y fue primer ministro del Reino Unido en dos períodos (1940-45 y 1951-55). Notable estadista y orador, Churchill fue también oficial del Ejército Británico, periodista (fue corresponsal de guerra en Cuba para The Daily Graphic, El Gráfico, que era un periódico del Reino Unido con énfasis en el fotoperiodismo y, durante la Segunda Guerra Anglo-Bóer, del influyente diario conservador, The Morning Post, publicado en Londres entre 1772 y 1937); historiador, escritor y artista, es el único primer ministro británico galardonado con el Premio Nobel de Literatura; fue nombrado ciudadano honorario de los Estados Unidos de América. (Fuente: Wikipedia).
Ante la innegable crisis por la cual atravesamos presumo que es perentorio revisar exhaustivamente las decisiones que determinan el destino de la patria, para fijar el rumbo que se debe tomar, a sabiendas que el país necesita el concurso de todos para corregir los entuertos, errores y corruptelas que nos condujeron a la fosa en la cual nos encontramos.
No pretendo dar clases de moralidad, urbanidad ni de principios y valores, los ciudadanos probos saben bien lo que aprendieron en sus hogares; allá, en la tertulias realizadas en el comedor de sus casas. Se trata de tomar una actitud valiente, basada en el realismo que nos destroza económica y socialmente, y que intenta quebrantar nuestra voluntad.
Las leyes nacionales e internacionales conforman el escudo protector más eficaz e indestructible creado por la mente humana, es allí donde tenemos las normas correctoras de la difícil situación que nos han creado políticas económicas y sociales populistas, desfasadas y fracasadas.
Del Decálogo del Abogado aprendí: “Ten paciencia, el tiempo se venga de las cosas que hacemos sin su colaboración”. Pero paciencia no es sinónimo de pasividad, entiendo que las cosas se han de hacer “en su debido momento”. Existen situaciones que son irrepetibles y generalmente, cuando no se actúa con tiempos a favor, no hay quien asuma la responsabilidad.
Grandes naciones han emergido de las catástrofes por la probidad de ciudadanos que han tomado el riesgo de sus propias vidas y posesiones; con sus conocimientos y experiencias han salido airosos y han determinado el camino para el engrandecimiento de sus países. La prueba más fehaciente está en quienes sufrieron el holocausto nazi y la gran conflagración nipona.
Como el Ave Fénix, se irguieron sobre sus propias cenizas, en más de 50 millones de muertos, de bombas nucleares y, con la ayuda de los Estados Unidos (el mismo imperio que se pretende satanizar), recuperaron la dignidad, basada en la calidad de vida de sus ciudadanos… ¡Sin entregar la soberanía de sus pueblos!
Al igual que al proceso electoral, debemos apoyar al diálogo, pero ambos, obligatoriamente, deben realizarse de manera diáfana, pulcra, siguiendo rigurosos sistemas, métodos y procedimientos que conlleven a corregir las distorsiones económicas y la implementación del estamento legal honesto e imparcial.
