Existe una disciplina del pensamiento que se dedica a estudiar los efectos del color en los estados de ánimos de las personas. Por ejemplo, afirman, que el color rojo, sin alusiones personales, connota energía, violencia y agresividad. El color blanco para otros, sería sinónimo de pureza, limpidez y pulcritud, aunque en política no se pueda ver eso. Y el azul, trasmite paz, equilibrio y felicidad. En nuestro caso, al participar en esta hermosa carrera, que acertadamente se le llamó “La carrera azul”, desarrollada el domingo 26 de noviembre,tenemos que decirlo, eso fue precisamente lo que sentimos: paz, equilibrio y felicidad. Por cuanto cuando corremos, y lo hacemos de paso, en compañía de amigos que nos animan y motivan, como Rafael Becerra, Dios, a través del cerebro, genera endorfinas, la cuales llenan nuestro cuerpo y alma de eso: paz, equilibrio y felicidad. De allí, nuestro empeño que todos lo hagan.
Organizar una carrera hoy día en nuestro país se ha vuelto cuesta arriba. Todos sabemos, a medida que pasa el tiempo, por la tragedia que ha sobrevenido sobre los venezolanos y esto no es opinión política,que reunir el equipo de trabajo, costear la premiación, activar la seguridad y la operatividad, es muy difícil. Por ello, ya nadie quiere aventurarse con este tipo de actividad que es un verdadero oasis en la estresante vida que llevamos actualmente los habitantes de este país. Hasta el CAF (Banco de Desarrollo para América Latina) decidió suspender el Maratón Internacional anual a celebrarse en la Gran Caracas en el 2018.
Pero hoy, alabamos a Dios, por motivar y capacitar a la Fundación Cecilia Tarazona (Fundaceci) por la excelente organización de estos 10K. Pero nuestro reconocimiento público no se circunscribe solamente al éxito de esta actividad deportiva, sino que esta fundación, podemos decirlo con absoluta certeza, son las manos, la voluntad y el corazón de Dios en esta región, que a pesar de las carencias como se vive hoy, atienden, ayudan y socorren de varias maneras a las personas que padecen esta terrible enfermedad, como es el cáncer de colon.
Dios bendiga a sus directivos por los esfuerzos que realizan día a día para ayudar a estas personas.“Al poner entre nosotros los pobres y los dolientes, el Señor nos prueba para revelarnos lo que hay en nuestros corazones. La cultura de la mente y el corazón se lleva a cabo con más facilidad cuando experimentamos una tierna simpatía por los demás, la que nos impulsa a ofrecerles nuestros recursos y privilegios para aliviar sus necesidades…” Libro Dios nos cuida, Elena de White.
A los señores Mauricio Tribiño, Milagros González y Alberto González directivos de Fundaceci y a todo ese equipo de profesionales de la medicina y voluntarios que ayudan, sepan, que Uds. son de la más alta consideración de Dios. En el futuro, cuando haya que rendir cuentas ante el Tribunal Divino, de lo que debimos hacer para bien de nuestro prójimo y lo hicimos. “El Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis pequeñitos, a mí me lo hicisteis” Mat. 25:40 “Los infortunados, los enfermos y los dolientes. Son el legado de Cristo para nosotros y han de ser cuidados como él los cuidaría. De esta manera, Dios elimina la escoria y purifica el oro, dándonos la cultura del corazón y del carácter que necesitamos” Ob. Cit.¡Amigos, sigan adelante! Próximo artículo: “Manzana de oro en Navidad”