Crisis económica empañaría el turismo en temporada navideña

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El sector turismo lleva once meses avisando que el 2017 no ha sido bueno. Muchas son las razones por las que lo negativo ha opacado los ingresos del sector. En principio la crisis política que durante todo el año ha reinado y que se intensificó entre abril y julio, por la ola de protestas antigubernamentales, ocasionaron que el turismo quedara rezagado en todo el territorio venezolano.

Sin embargo, la Cámara de Turismo del estado Lara, registró un ligero pero alentador incremento de turistas desde principio de octubre, cuando nuevamente los temporadistas comenzaron a desplazarse por la región, a visitar puntos atractivos y a disfrutar de la variada gastronomía larense.

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Desde Caracas, Maracaibo y Valencia llegan los vacacionistas a Lara y se concentran principalmente en la “ruta religiosa” que ofrece el municipio Iribarren y que contempla la visita a los templos, al Arco y pueblo de Santa Rosa, a la Divina Pastora y más recientemente al Manto de María.

Debido a ese repunte en los números, los prestadores de servicio locales están haciendo un máximo esfuerzo para garantizar servicios de calidad en la temporada que está por comenzar. Antonio Morales, presidente de la Cámara de Turismo regional, indicó que las puertas de todos los restaurantes, posadas, hoteles y sitios turísticos estarán abiertas.

Dijo que cada día es más difícil para los prestadores de servicios obtener los insumos, contar con la mano de obra capacitada y ajustar precios, aunado a los altos índices de inseguridad en el país y a las fallas de transporte,  factores que perjudican la actividad.

Este año también ha sido crítico por los constantes incrementos de sueldo, que ha afectado especialmente a los pequeños negocios, que no han tenido más opción que recortar su personal.

Crisis de efectivo es perjudicial

A finales del año 2016 resultó complejo todo lo relacionado a la compra – venta, por la supuesta salida de circulación del billete de 100 bolívares.

Este año, el reto es sortearse ante las dificultades para las transacciones con puntos de venta y el poco flujo de dinero en efectivo, que en este segundo semestre ha originado ciertos inconvenientes y que terminarían afectando la relación entre prestadores de servicio y turistas.

A sabiendas de la dificultad para que la entidad bancaria asigne un punto de venta, los dueños de pequeñas posadas, restaurantes y sitios de entretenimiento han optado por adaptarse a las transferencias electrónicas. Antonio Morales indicó que en Lara todos los establecimientos se adaptaron a esta modalidad.

Asimismo sugieren a los clientes familiarizarse con las aplicaciones de pago fácil que permiten que las transferencias electrónicas se hagan efectivas inmediatamente desde cualquier banco.

En sitios de hospedaje, trabajan bajo la condición de reserva y no ofrecen pernocta a la puerta para evitar inconvenientes con los pagos. A los propietarios de restaurantes no les queda más que confiar en que el cliente sea leal y la transferencia se haga efectiva.

Alza en los precios trastoca el turismo gastronómico

Luis Fernández tiene cinco años apostando por el turismo gastronómico desde su local Ajilaos en el municipio Torres, un restaurante que recibe a larenses pero también a turistas del occidente y del centro del país.

Explica que mantenerlo abierto es una constante batalla, porque la escasez y la velocidad en que cambian de precio su materia prima, trastoca su labor.

Quienes tienen restaurantes desde ya se están abasteciendo con la cantidad máxima de insumos para almacenarlos y poder garantizar la disponibilidad de todo el menú.

En una zona como Carora, los chicharrones de marrano, carne mechada, las caraotas, el suero y el queso no pueden faltar, “pero el marrano y los lácteos están muy costosos, la carne y los granos no se consiguen” lamenta Fernández.

Se han visto en la necesidad de adaptar el menú para ofrecer más platos con vegetales y menos con proteínas, aunque algunos definitivamente no pueden dejarlos de ofrecer porque son las estrellas del local, como la famosa “pizza caroreña” y que para su elaboración, Fernández adquiere el 75% de los ingredientes recurriendo al “bachaqueo”.

La harina de trigo el aceite y los refrescos, son igualmente esenciales. En el caso de las bebidas gaseosas, los proveedores dejaron de despachar con regularidad y en cantidad, “si antes me despachaban 20 cajas semanales, ahora me traen cinco y yo tengo que ver como resuelvo” dijo.

Fijar el precio de los platos resulta todo un tema.

-Es la parte más compleja porque la ley dice que debes tenerlos impresos para presentárselos al cliente, pero es difícil porque a veces repones insumos a última hora, que compras con precio nuevo y por la rapidez no da tiempo de hacer esos ajustes en el menú; a la hora de sacar la cuenta te das cuenta que tuviste pérdidas.

Pese a este difícil escenario Fernández dice que en temporadas mantienen altas estadísticas de clientes, que ya no pueden ni viajar ni comprar, pero que disponen para comer fuera de casa.

Confían en que diciembre será un mes positivo y sus expectativas son altas hasta el 13 de enero, fecha en que para ellos culmina la temporada alta.

Cae ocupación en posadas

El año 2017 no fue próspero para hoteles y  posadas en Lara, en general. El número de pernoctantes  disminuyó abismalmente respecto a años anteriores, pero muy especialmente para las pequeñas posadas de municipios foráneos.

En Sanare, por ejemplo, diciembre registraba una de las épocas más importantes para el turismo de la zona gracias a las fiestas de la Zaragoza, sin embargo, los posaderos estiman que este año el número de temporadistas será 90% menor al de un año atrás, que ya fue difícil.

Félix Saavedra, presidente de la Asociación de Comerciantes del municipio Andrés Eloy Blanco, dijo que en Sanare hay cuatro o cinco grandes posadas que mantienen sus servicios de primera, pero en cambio los medianos y pequeños alojamientos sí han sufrido los embates de la crisis económica.

-Algunas han cerrado sus puertas para dedicarse a otras actividades que permitan el sustento de la familia y otras adaptaron sus espacios para alquilarlos, el turismo ya no es rentable porque no hay turistas.

Las que tienen las puertas abiertas tienen que recurrir a “los bachaqueros” para adquirir los insumos de limpieza, aseo personal, alimentos y todo lo que conlleva la atención de una posada.

Constantemente ajustan los precios, aunque -como lo explica Saavedra- tratan de que resulten “atractivos” para no espantar a los clientes.

 

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