En la segunda mitad del siglo XX había tres naciones cuya población no emigraba hacia otras latitudes. Francia, Brasil y Venezuela encabezaban la lista de esos pueblos que preferían permanecer en sus territorios que salir en búsqueda de otros mundos.
Hoy la diáspora venezolana está regada por todas partes del planeta. Hasta en los más lejanos países africanos se encuentran venezolanos emigrados. Eso lo hizo posible la dictadura de Chávez y Maduro que arruinaron el país. El escape de Antonio Ledezma hacia la libertad ha encendido una luz en el túnel. El Alcalde Metropolitano de Caracas anuncia la organización del exilio venezolano para retornar la patria hacia la democracia.
Las primeras acciones de Ledezma en los escenarios de Colombia y España llamaron la atención de la prensa internacional. Aquel muchacho que se inició en la política desde liceísta en las calles de San Juan de los Morros, declara que recorrerá Europa y América convocando a la diáspora, se hospedará en las casas de ellos para darle calor a la lucha. Hermosa iniciativa que tendrá sus frutos. Los recibimientos que tuvo Ledezma en la frontera colombiana y en el Aeropuerto de Madrid hablan de la solidaridad que se organizará bajo el nombre de “Soy Venezuela”.
El país se encuentra en la ruina. Faltan lubricantes y gasoil para los vehículos pero el dictador declara que Venezuela es una potencia gasífera. Crece el hambre al punto que la policía detiene en varias partes a vendedores de carne de perro. El tirano reincide en querer arreglar las cosas con el nombramiento de nuevos ministros. El desprestigio del régimen es proverbial. 60% de la cocaína que llega a Europa procede de Venezuela. Avanza la malaria, mueren jóvenes por falta de medicamentos. Varios deportistas confiesan desnutrición. La OPEP registra la realidad que Venezuela es el único país petrolero en quiebra. La prensa registra 116 suicidios en el Zulia por desespero en los hogares.
Mientras estas calamidades crecen algunos dirigentes opositores cometen el error de tenderle una tabla de salvación a la dictadura para que llegue con el desastre a las elecciones presidenciales del 2018. Se trata de políticos que como Emerson Mnangagwa en Zimbabue tratan de alargarle las patas al monstruo. No acaban de entender que en 1936 la Generación del 28 no aceptó que el gomecismo siguiera en el poder y que el 23 de enero de 1958 se pidió la salida de la Junta de Gobierno de militares que habían apoyado a Pérez Jiménez. Con Maduro y su camarilla no puede haber negociación alguna, por eso el llamado dialogo en República Dominicana es una traición a la resistencia, una ofensa a los caídos, conversaciones inaceptables.
Una luz en el camino entonces es este anuncio de la organización del éxodo venezolano conformado por emigrados en busca de mejores condiciones económicas, exiliados, perseguidos, refugiados en general que unidos pueden arreciar la conciencia del mundo para terminar la tragedia que nos abraza.