Querido Juan

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Para entender la ola de asombrada tristeza que envolvió a Carora con la muerte de Juan Bautista del Carmen Perera Montes de Oca hay que entender como él se convirtió en encarnación del millonario que en un arrebato de desprendimiento renuncia a su jerarquía social, reparte su fortuna entre los pobres y se sumerge con ellos en el marasmo vital de lo cotidiano.

Juan Perera fue un millonario en talento, cultura y prosa y antes que transar estos haberes existenciales en el mercado de las oportunidades sociales, las hizo patrimonio común del amplio espectro de sus amistades, donde estaban intelectuales de jerarquía nacional, políticos y académicos de alto perfil y sobre todo gente de a pie de los barrios de Carora, quienes disfrutaban de su inteligencia y conocimientos en los bares donde le permitieran escuchar su música de los años ’60 y ’70

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Marcha Juan a la energía empírea habiendo multiplicado el cariño popular que le fue entregado en herencia por su padre Tita Perera, médico de proverbial simpatía y capacidad profesional extraordinaria que ancló su destino en la misión de auxiliar a los más necesitados. Juan Perera estaba orgulloso de sus ancestros y de muchas maneras fue el albacea intelectual de su tío Ambrosio, quien escribió el libro más leído en el Club Torres sobre la genealogía de familias caroreñas. Pero este regusto suyo por ser de abolengo no lo centraba en el recuento de haberes materiales de la saga familiar sino en los destellos de sabiduría de sus antepasados, donde habían latinistas, filósofos, médicos, historiadores y humanistas.
Por ello se sentía godo entre los godos y sabía que esta prenda social (únicamente apreciada en 10 manzanas de Carora) él la podía lucir con el brillo de Don Chío Zubillaga en cualquier sitio donde encontrara una silla cómoda y una cerveza fría. De esta forma y en coherencia con el pacto social de ser también integrante emérito del Barrio Torrellas, sus eruditas tertulias tomaron como escenario los bares del pueblo profundo.
Cuando se gradúa de bachiller, luego de cursar estudios en el Colegio Cristo Rey y el Liceo Egidio Montesinos se muda a Caracas con una inmensa maleta de cariño. Tres de sus cuatro madres le acompañan y con ellas el testimonio vivo del cariño protector que disfrutó a lo largo de sus 66 años. Fue a estudiar Derecho y terminó siendo parte de la primera promoción de la Escuela de Ciencias Políticas, pero mas importante es que se conecta con las tendencias mundiales de pensamiento insurgente, de música insurgente, de poesía insurgente y esta conexión con la nueva manera de evaluar realidades, lo convirtió para siempre en un rebelde cuya causa principal era rescatar el carácter universal de la vida cotidiana o simplemente, antes que escribir la poesía vivirla intensamente, sin importar los prejuicios sociales.

Juan Perera, hijo de Tita médico de linaje mantuano y de María Engracia Montes de Oca madrina del equipo Torrellas, nació el mismo año que murió su padre y por ello heredó el gran cariño que le tenían pobres y ricos de diferentes espacios urbanos. Siempre mantuvo el beneficio de este afecto protector y por ello ningún sitio ni hora fue una amenaza para su bohemia ilustrada. Cobijado en este cariño, querido por todos quienes le conocieron Juan cierra capitulo y se incorpora a la lista siempre inconclusa de grandes inteligencias caroreñas. Juan…Dios con nosotros.
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