Parece probable que el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, gane un segundo mandato el domingo a pesar de que la oposición afirma que su reelección sería inconstitucional.
La popularidad de Hernández se basa en gran medida en una caída de la violencia en el empobrecido país centroamericano, cuyo índice de homicidios fue una vez uno de los peores del mundo. La Universidad Nacional Autónoma de Honduras dice que la tasa ha bajado a 59 homicidios por cada 100,000 desde un máximo de 91,6 en 2011.
Hernández ha utilizado a los militares para ayudar a combatir la delincuencia y ha sido elogiado por el vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence, pero las acusaciones de corrupción han ensombrecido su gobierno.
Ahora, su candidatura a la reelección ha alimentado las acusaciones de que su conservador Partido Nacional ha pisoteado las instituciones del país en su intento por afianzarse en el poder.
Justo los temores de ese tipo de consolidación, pero por parte de un rival izquierdista aliado con Venezuela, llevaron al partido de Hernández a respaldar un golpe militar en 2009 contra un presidente acusado de conspirar para violar la prohibición constitucional de la reelección en Honduras.
El máximo tribunal del país respaldó el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya de 2009, pero el tribunal actual está lleno de partidarios de Hernández y en 2015 falló que la prohibición constitucional era inferior al derecho de un ciudadano a buscar la reelección, una decisión que enfureció a los líderes de la oposición.
«Aquí en Honduras no hay democracia, hay una dictadura», dijo Zelaya en entrevista telefónica con The Associated Press el sábado por la noche. «Lo que estamos pidiendo nosotros es la transición, parar al régimen para empezar un proceso democrático», agregó.
«La hipocresía de la élite hondureña está de manifiesto», sentenció Zelaya. «El pueblo tendrá que decidir en las urnas». Zelaya, ahora líder de la principal alianza opositora, advirtió sobre posibles irregularidades en la votación del domingo.
El presidente votó el domingo temprano en su pueblo natal de Gracias, a unos 180 kilómetros al noroeste de Tegucigalpa. «Estoy contento porque es impresionante la respuesta a mi candidatura», dijo a periodistas al salir de su centro electoral.
Dijo estar «contento también por la movilización de mi partido, que está dispuesto a ganar».
Más de seis millones de hondureños están llamados el domingo a las urnas para elegir presidente, diputados y alcalde. Entre ellos hay 51.000 residentes en Estados Unidos. Estos electores podrán votar en seis ciudades estadounidenses donde radica la mayor parte de los 1,1 millones de hondureños: Houston, Los Ángeles, Miami, Nueva Orleans, Nueva York, Washington y Atlanta.
El presidente del Tribunal Supremo Electoral, David Matamoros, declaró oficialmente abiertas las urnas a partir de las 7 am (13.00GMT). Cerrarán a las 4 pm (22.00GMT), luego de nueve horas de votación. «Hay paz y filas en todas partes de la patria», afirmó en una ceremonia pública.
Los comicios generales del domingo son los décimos para el país desde 1980, cuando se reinstauró la democracia tras casi dos décadas de regímenes militares.
Algunos líderes de la oposición formaron la Alianza de Oposición contra la Dictadura en contra de la reelección de Hernández. El aspirante de la Alianza es Salvador Nasralla, mientras que el tradicional Partido Liberal concurre a los comicios con Luis Zelaya, un candidato de centro. En la boleta habrá otros seis candidatos de pequeñas formaciones opositoras, pero el presidente es el claro favorito.
Uno de los asuntos que podría afectar jugar en contra de Hernández es la percepción de la corrupción.
Un narcotraficante convicto declaró este año ante un tribunal de Nueva York que se reunió con Antonio Hernández, hermano del presidente, para hacer que el gobierno hondureño pagase sus deudas a una empresa que su cártel de empleaba para lavar dinero.
Devis Leonel Rivera Maradiaga, exlíder del cártel conocido como los Cachiros, declaró que el hermano del mandatario le pidió un soborno a cambio de contratos del gobierno. Antonio Hernández ha negado la acusación.
Además, el hijo de un expresidente del partido de Hernández, Porfirio Lobo, fue condenado en septiembre en Nueva York a 24 años de cárcel luego de revelar su papel en una trama de tráfico de cocaína. Fabio Lobo, de 46 años, se declaró culpable en mayo de 2016 y admitiendo que trabajó para narcotraficantes y para la policía hondureña para enviar cocaína a Estados Unidos.