Para tratar de ser el vocero de todos los presos políticos y perseguidos en Venezuela, Antonio Ledezma corrió el riesgo de burlar la vigilancia policial que lo tenía secuestrado en su casa y hoy se encuentra en el exilio, ratificando su disposición de continuar la lucha por el restablecimiento de la Constitución Nacional, cuyo hilo ha sido roto la arbitrariedad del Poder Ejecutivo coludido con el Poder Judicial, con la finalidad de perpetuase en el poder.
Sin duda que la voz de quien sigue siendo el Alcalde Mayor del Área Metropolitana de Caracas, segunda autoridad civil y política del país, tendrá un eco y una repercusión política de dimensiones continentales, tal como ya ocurrió con la llamada del Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, para ofrecerle el apoyo que considerara necesario para el desarrollo de su nuevo rol de exiliado, y la entrevista que le concedió el Presidente del gobierno Español, Mariano Rajoy, una vez desembarcado en el Aeropuerto de Barajas.
Víctima de una detención arbitraria, como la de la totalidad de los presos políticos, secuestrados en diversas cárceles de la nación el Alcalde Mayor del Área Metropolitana de Caracas, además fue abiertamente inconstitucional, sin una orden de un tribunal competente, constituía una provocación a la Mesa de la Unidad Democrática, para tratar de inclinarla a realizar protestas violentas que justificaran una mayor represión, Antonio Ledezma, como la mayoría de los demócratas encarcelados, mantuvo siempre una posición democrática y constitucional.
Frente a la arbitrariedad que es ya un procedimiento característico del gobierno de Nicolás Maduro, en lo que supera a su mentor el extinto Presidente Hugo Chávez lo acerca o lo identifica a la dictadura cubana de los hermanos Castro, de la época de los peores momentos de la represión contra el pueblo de la Isla de Martí, Antonio Ledezma presentía una detención de naturaleza brutal, por lo que estaba preparado para enfrentarla con el coraje y la dignidad de un hombre de firmes convicciones democráticas, forjador de una historia que ninguno de sus verdugos del madurismo puede exhibir. Incorporado a la lucha social desde su adolescencia ha sido electo diputado, senador y alcalde, en cuyos cargos siempre dio demostraciones de servidor público, y en los que le tocó manejar un presupuesto grande o pequeño, lo hizo con transparencia y honestidad, lo que le ha permitido pasar ileso todas las investigaciones que La Contraloría General de la República y los sabuesos del gobierno han realizado a sus administraciones.
Lo inconstitucional de la detención de Ledezma era obvio, se trata del Alcalde Metropolitano electo por más de 700.000 votos, con el rango legal de un Gobernador, por lo que requería de un antejuicio de mérito.
La solidaridad nacional e internacional de los sectores democráticos con Antonio Ledezma sólo se equipara a la que ha recibido Leopoldo López, otra víctima de la política represiva del gobierno, ambos cabezas del nuevo liderazgo que ha surgido en los últimos tiempos, producto de una consecuente y justa lucha por la democracia y el bienestar de la mayoría de los venezolanos.
Y como los auténticos líderes no sólo no se doblegan sino que tampoco caen en provocaciones y tienen claro el objetivo y futuro de la nación, Ledezma reafirma su vocación democrática y desde el exilio llama a la autocrítica necesaria y a profundizar la lucha democrática y, prepararse para derrotar el autoritarismo de Maduro.
Y como la crisis política y económica del gobierno se agrava, tanto por la incapacidad de sus altos funcionarios, como por el modelo fracasado en otras naciones, que quieren imponer, la desesperación los puede inclinar a más detenciones, para lo cual hay que responder con firmeza, pero con cabeza fría, combinando lucha contra el madurismo, desde el exilio y el interior del país, donde debe hacerse el mayor esfuerzo.