“Todos deseamos vivir en un mundo feliz y ser personalmente felices; la vía que cada uno de nosotros seleccione para acercarse todo lo que sea posible a este objetivo es obviamente personal y condicionada por muchas circunstancias y situaciones que encontramos en nuestro camino”. Pierluigi Ossola
Ser emprendedor es no dejar que los otros o las circunstancias decidan por nosotros, es una condición esencial e irrenunciable para recorrer el camino, cualquiera que este sea, que nos lleva a la felicidad.
El espíritu emprendedor es una actitud y un modo de ser, que se puede realizar en cualquier tipo de trabajo, dependiente o autónomo y en cualquier situación de vida.
Si es verdad que manejar una empresa conlleva de parte del emprendedor una gran carga de responsabilidad, también es verdad que siempre se ha hecho más fuerte en estos últimos tiempos la exigencia de crear empresas socialmente responsables. Y no es para nada un juego de palabras. Típico ejemplo para saber la relación entre ética, economía, sociología y derecho, lo podemos leer en la definición que de Responsabilidad Social de las empresas, la encontramos en el Libro Verde promovido por la Comisión Europea, que señala: “La integración sobre una base voluntaria, de parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y ecológicas en su operación comercial y en la relación con las partes interesadas”.
En una síntesis extrema, la responsabilidad social de las empresas, encarna el intento de hacer comprender a las empresas que orientar los propios comportamientos y cargas de responsabilidad social hacia clientes, proveedores, financistas, Estado, entes locales y administración pública, comunidad, ambiente, puede además generar beneficios a la sociedad en su conjunto, a la productividad y competitividad de la misma empresa.
Un número creciente de empresas está hoy prestando mayor atención, por convicción o por necesidad, a la responsabilidad social y a su importancia, sea tanto para una empresa de manera individual como para el logro de un desarrollo sostenible. Las empresas multinacionales en primer lugar, no han podido hacer menos que afrontar esta problemática, aunque sí estamos todavía lejos de asumir comportamientos satisfactorios. Incluso muchas pequeñas y medianas empresas están desarrollando enfoques e instrumentos para la gestión de los aspectos sociales y ambientales, de la propia actividad estratégica y competitiva, que se refieren a aspectos tales como:
-el valor del conocimiento y la capacidad de innovar.
-el consenso y la confianza de socios, proveedores y clientes.
-la reputación.
-la valorización de los recursos humanos y su empeño en la vida de la empresa.
-la disponibilidad a contribuir al bienestar de la comunidad.
Definitivamente, un último consejo para aquellos que decidan utilizar parte de su espíritu emprendedor para darle vida a una empresa; atención a no confundir el éxito de la propia empresa con la felicidad, o , en otras palabras, mucha atención a no confundir el dedo que indica la luna con la misma luna.
Se busca un Emprendedor – Un emprendedor responsable
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