Realizaba trabajos en el patio de su nueva casa y se encontró con huesos humanos. En el sector Colinas de Pavia (oeste de Barquisimeto), la tarde de este martes, un hombre de más de 70 años de edad realizó el espantoso descubrimiento.
Al desenterrar la osamenta, el señor, conocido en la zona como Lucho Camacaro, salió a la calle asustado y dando gritos para alertar a sus vecinos.
Contaron lugareños a EL IMPULSO que el septuagenario habita en esa vivienda (de tres cuartos, sala y cocina) desde hace aproximadamente tres meses y medio.
Días atrás Camacaro intentó bajar el agua de un inodoro de la casa pero vio que este estaba obstruido. Por ello decidió ampliar el pozo séptico que está en la parte trasera de la morada.
A punta de pala y en compañía de un obrero, Lucho trabajó por unos minutos. Sin embargo, como a las 3:00 p.m., dio con una bolsa negra de plástico que tenía en su interior un esqueleto completo.
Camacaro reportó el descubrimiento a las autoridades inmediatamente pero fue el miércoles en horas de la mañana que funcionarios del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) levantaron los restos del cadáver. También se llevaron consigo a Lucho para que rindiera declaraciones.
Los locales explicaron que el señor Lucho vive solo y que es una muy buena persona.
Otros dueños
“A mí la gente me dice que hice tremendo negocio con la casa porque la mía era de barro. Pero yo chillo mucho por lo que hice. Tengo ganas de devolver el cambio”, eran palabras que Camacaro decía a sus vecinos constantemente, antes de encontrarse con los huesos humanos.
Relataron que antes de mudarse el septuagenario vivía en una humilde casita de barro en la misma localidad de Pavia.
La vivienda donde realizaron el atroz hallazgo había sido brevemente ocupada por un gandolero, quien decidió hacer un trueque con Lucho porque supuestamente en el estacionamiento de la edificación no entraban sus vehículos.
Sin embargo, se conoció que el gandolero le había comprado la casa a un muchacho joven llamado Dionny López, quien supuestamente vendió la casa “apurado”.
Este sujeto había recibido el hogar como parte de la herencia que le dejaron sus padres. Creció en la barriada pero, desde hace un buen tiempo, ya no concurría al sector que los mismos habitantes describieron como rural y tranquilo.