Sesenta años se cumplen hoy de la histórica huelga estudiantil contra el régimen de Marcos Pérez Jiménez.
En ella participó José Furiati Manganelli, economista egresado de la Universidad Central de Venezuela, exdiputado independiente, profesor jubilado de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y colaborador de este diario.
De los diez mil estudiantes que entonces tenía la UCV, recordó, unos cinco mil recorrimos las diversas facultades para invitarlas a participar en esa jornada. Las más combativas eran Derecho, Medicina y Economía. Alrededor de las nueve de la mañana de ese 21 de noviembre, al grito: “¡Todos a la plaza Venezuela!”, buscamos la salida hacia ese lugar emblemático de Caracas.
A mis 19 años fui de los más entusiastas. Pero, al voltear la mirada observé que no éramos más de 300 los atrevidos a pasar la garita de la UCV hacia la plaza. Fuimos capturados por los esbirros de la Seguridad Nacional y luego de una hora de dar tumbos quedamos recluidos en la sede del organismo. Allí nos mantuvieron cinco días. Todas las noches nos “visitaba” el Negro Miguel Silvio Sanz, segundo en jerarquía de la SN, después del temido Pedro Estrada.
Este aparecería a las cinco de la tarde del último día, para después de un breve discurso donde señalábamos que éramos unos ingenuos engañados por los comunistas y adecos conspiradores. Anunció que el “generoso” general Pérez Jiménez, nos concedería la libertad, pero quien nos consideraba una pila de hijos de perras, violentos, terroristas y que si volviéramos a la calles nos pudriríamos en la cárcel.
Sin embargo, el único maltratado de los 33 detenidos en esa celda fue el poeta Víctor Valera Mora, a quien le rompieron el rostro en dos o tres ocasiones que se lo llevaban y lo devolvían. Escribió su poema Amanecí de bala.
Dos meses después, el 23 de enero de 1958 caía la dictadura de Pérez Jiménez y la pandilla de militares corruptos que por casi diez años, aherrojaran las libertades en aquella Venezuela de los años cincuenta. Es triste constatar que ahora nos oprime una dictadura de nuevo cuño, maquillada, como movimiento cívico militar, pero teñida de profunda y extendida corrupción que deja pálida a la de Pérez Jiménez, por decir lo menos.
Lo peor es que se pretenda calificar de izquierda llamando al resto del país, comprobadamente mayoría de la nación, como ultraderecha. Legítimamente de izquierda fueron Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, Manuel Caballero y Víctor Hugo D’ Paola, de militancia marxista y luego fundadores del MAS.
Lo mismo que Simón Sáez Mérida, Domingo Alberto Rangel y Américo Martin, fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, surgido del ala radical de AD. A todos ellos los conocí y puedo dar fe de su elevado nivel intelectual.
Ese año 1957 se caracterizó por una callada resistencia a la dictadura perezjimenista, encabezada por los partidos AD y PCV, proscritos absolutamente por el régimen, y una minúscula presencia de URD y Copei.
Apenas podían destacarse dos cuestiones más: una, la valiente pastoral de monseñor Arias Blanco en el mes de mayo; y la constitución de una clandestina junta patriótica, donde participaron los mencionados partidos.
Entre mayo y noviembre lo que se sentía a lo largo y ancho del país era un virtual silencio hasta que surgió la campanada de la huelga estudiantil de las cuatro universidades autónomas: UCV, los Andes, Zulia y Carabobo, así como numerosos liceos en los principales ciudades.
Por ello, en lo sucesivo el 21 de noviembre pasó a llamarse el Día del Estudiante.
Eventos juveniles
Vale remarcar que en el lapso de 90 años la nación venezolana habría de registrar tres eventos estelares protagonizados por la lucha estudiantil, en especial de los universitarios.
En 1928, el paro contra la dictadura de Juan Vicente encabezado por Rómulo Betancourt, Miguel Otero Silva y Pío Tamayo.
Luego, treinta años, nuestra respuesta a la de Marcos Jiménez.
Y sesenta años después, la heroica gesta de los jóvenes venezolanos ante la tiranía actual, que nos han hecho retroceder más cicuenta años en lo institucional, económico y social.
Kakistocracia
Según los más acreditados analistas políticos, tanto nacionales como del resto del mundo, en Venezuela se ha entronizado una kakistocracia (en la sabia lengua griega, el gobierno de los peores). Es muy fácil constatarlo. En ninguna parte del mundo se tropieza usted con un régimen tan improvisado cuyo gabinete dispone 6, 7 u 8 ministros que han ejercido rotándose como en el enroque del ajedrez, por cinco, seis o más ministerios, como si se tratara de genios polifacultos. Bien podría llamarse el gabinete de los hombres y mujeres orquesta, quienes sin estudio, sin postgrado, sin experiencia, saben todo de todo…pero, al final, como que saben nada de nada. Y ello se ha repetido incesantemente en cada uno de los 19 años que Venezuela a soportado al régimen chavo-madurista.
El colmo de los atropellos es la corporación Alfredo Maneiro, monopolio de importación de los bovinas de la prensa y así ha acabado con casi toda la prensa independiente del país.
Conocí a Maneiro, fundador de Causa R, partido democrático de verdadera izquierda radical, cuya memoria no se merece la ofensa de que su nombre sea asociado con esa práctica fascista, que sólo buscar acabar con la libertad de prensa y la libre expresión del pensamiento.
El movimiento estudiantil universitario, dijo Furiati, sigue presente en la defensa de los mejores ideales por la conquista de una dempcracia.