Como protesta por el anunciado plebiscito que reelegiría al presidente de la República, los estudiantes caraqueños se declararon el 21 de noviembre de 1957 en huelga. Eran jóvenes de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello quienes decidieron alzarse en contra del régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez, un hecho de gran connotación histórica y que le mereció a cada 21 de noviembre la celebración del Día del Estudiante.
Los acontecimientos continuaron en enero de 1958. Se produjo una febril actividad semiclandestina en universidades, liceos y colegios en contra de la dictadura; el Frente Universitario pasó a ser la brigada de ataque callejero, con jóvenes desafiantes, puños en alto y rostros a la luz del sol, quienes protestaban en Propatria, Catia, Capuchinos y El Silencio, acudiendo, en la etapa final, a las bombas molotov para enfrentar a las fuerzas policiales.
Considerando los hechos, la Seguridad Nacional tomó la Universidad Central, apresó a numerosos estudiantes y cerró los centros de Educación Superior, lo que produjo un revuelo social que se convirtió en uno de los desencadenantes que concluyeron con la huida del dictador Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958.
El 21 de noviembre contribuyó en gran medida a la caída de Pérez Jiménez. Entre los principales organizadores estuvieron Antonio José “Caraquita” Urbina, Chela Vargas, Hilarión Cardozo, Ramón Espinoza, Alejandro Arratia, Héctor Rodríguez Bauza, Leticia Bruzual, Enver Cordido, Julio Escalona y Emilio Santana.
La huelga universitaria estuvo precedida por la que habían promovido los estudiantes de los liceos Fermín Toro, Aplicación, Juan Vicente González, Andrés Bello, Razetti, Caracas y la escuela Miguel Antonio Caro. El 21 de noviembre de 1957, tal como lo habían previsto los organizadores, estalló la huelga en la Universidad Central, desde donde se extendió a otras Universidades. En la Universidad Católica Andrés Bello los estudiantes quemaron la Ley Electoral, que era fraudulenta, un ejemplar del diario “El Heraldo” y un retrato de Pérez Jiménez.
Los estudiantes despertaron el espíritu de lucha de Caracas, que parecía dormida, pero que estaba próxima a dar las grandes sorpresas. La tristeza le dio paso a la esperanza del pueblo y la alegría más espontánea retumbaba en los corazones de los presos y de los exiliados políticos.