El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, ignoraba olímpicamente este lunes el ultimátum que lo instó a poner fin a sus 37 años de reinado, y se halla ahora amenazado por un procedimiento de destitución.
Tras haberlo expulsado de su dirección, su partido, el gobernante Zanu-PF le dio hasta este lunes a las 12H00 (10H00 GMT) para que renuncie, y en caso contrario advirtió que lanzará en el Parlamento un proceso para sacarlo de la presidencia.
Pero este lunes, no había la menor señal de movimiento del presidente Mugabe, aferrado a su posición.
En un discurso televisado el domingo por la noche, el más anciano jefe de Estado del planeta, de 93 años, volvió a ignorar las amenazas y rehusó –en contra de lo que se esperaba– abandonar el cargo.
Rodeado de militares que controlan el país y lo impulsan a dejar la presidencia, Mugabe prometió incluso que presidiría el próximo congreso del partido en el poder, pese a haber sido expulsado de la dirección del Zanu-PF. Además, insistió en que seguía siendo «comandante en jefe» del país.
Su declaración cayó como una bomba en un país que esperaba que su régimen, abandonado por todos sus aliados, cayera como fruta madura.
«Estamos en un océano de confusión» resumió el analista Piers Pigou, del International Crisis Group (ICG).
‘Irreversible’
«Estamos decepcionados por (el discurso de) Mugabe de anoche. Parece que vive en otro planeta» dijo a la AFP este lunes Charles Muramba, un taxista de 46 años. «Pero el movimiento es irreversible, acabará yéndose, que sea en días o en semanas», añadió.
El sábado, bajo la mirada indulgente del ejército, hubo masivas manifestaciones para pedir la renuncia de quien fuera héroe de la lucha por la independencia, devenido luego un déspota.
«Que (Mugabe) ahorre más problemas al país. Si no, vamos a convocar al pueblo de Zimbabue para que baje otra vez a las calles» dijo este lunes ante la prensa el influyente jefe de los veteranos de guerra, Chris Mutsvangwa.
«El rey está desnudo», añadió.
Este lunes, centenares de estudiantes se manifestaron en el campus de la universidad de la capital, Harare, donde sus exámenes fueron postergados, constató la AFP.
En la madrugada del miércoles, el ejército había intervenido sin derramar sangre en Harare, en apoyo a Emmerson Mnangagwa, el vicepresidente destituido por Mugabe una semana antes. Mugabe fue puesto en arresto domiciliario, aunque con posibilidad de desplazarse.
La destitución de Mnangagwa –llamado el «crocodilo» por su despiadado carácter– convertía a la incontrolable primera dama Grace Mugabe en la gran favorita para suceder a su marido, una hipótesis inaceptable para el Estado Mayor del ejército.
Desde la intervención militar, Robert Mugabe ha ido perdiendo uno a uno todos los apoyos en los que se sustentaba su régimen autoritario desde la independencia de Zimbabue en 1980.
El partido gobernante Zanu-PF anunció el domingo que Chris Mutsvangwa será su candidato en la elección presidencial de 2018, al advertir que lanzaría en el Parlamento un proceso de destitución contra Mugabe si este no dimite.
Según la Constitución del país, la destitución debe ser votada por las dos terceras partes de ambas cámaras. El Parlamento se reúne el martes.
Desde su intervención, el ejército intenta negociar de forma amistosa la partida del presidente Mugabe, y preservar su aura de héroe de la guerra de independencia.
La crisis política en Zimbabue provoca grandes inquietudes en la región.
El martes, los dirigentes de los países miembros de la SADC (Comunidad de desarrollo económico de África Austral), entre ellos el presidente sudafricano Jacob Zuma y su homólogo angoleño Joao Lourenço, se reúnen en Luanda para tratar la crisis en Zimbabue.