EL voto es el más perfeccionado instrumento político de la civilización mediante el cual los hombres comunes asumen el dominio de la sociedad en su conjunto para buscar el objetivo consensuado de elevar el nivel de vida colectivo.
Por ello el voto es al mismo tiempo que opinión, escrutinio y alternativa cierta de perfectibilidad republicana, por ello el Voto es el arma de la Paz frente a la fuerza de las espadas y los fusiles.
Pero si el voto es usado fuera de estos contextos y se convierte en artificio de dominación para perpetuar a un grupo de personas en el poder, se transforma en una prisión ciudadana que niega todas sus bondades. El voto al no cumplir su misión de ser un instrumento de mejoramiento social y económico para el pueblo, se decanta hacia la figura de un engaño que encubre regímenes autoritarios, otorgándole fachada democrática.
Lamentablemente en Venezuela hemos visto como la majestad y dignidad del voto ha sido asediada y sometida por los fusiles en complicidad con las instancias judiciales y electorales, que han propiciado unas elecciones con claro ventajismo oficial, multicedulación, forjamiento de actas manuales, exclusión de testigos de las mesas electorales, votación a puertas cerradas sin supervisión de ningún tipo y en suma, irregularidades de todo tipo y de conocimiento público y notorio que golpean duramente la moral ciudadana y la alejan del voto como único instrumento de sustentabilidad democrática.
Ante este descalabro del sistema electoral que tenemos, dentro del cual no existe transparencia ni confianza nacional e internacional, los integrantes de la sociedad civil debemos hacer un llamado público a los actores del mundo político para que entre todos rescatemos al Voto como única arma de los débiles frente a los poderosos que manejan las armas y el dinero de la nación.
Un voto que no pueda solucionar nuestros problemas de alimentación y salud, un Voto que no sirva para la consolidación del Estado de Derecho, un voto que no dé respuesta a las necesidades cotidianas del ciudadano común, es simplemente una caricatura que deforma las esencias del sistema democrático.
Todos queremos votar, todos queremos un sistema electoral transparente. Unámonos todos en esta lucha. A este respecto debemos concentrar esfuerzos y recordar que el gran partido de la oposición es la MUD, inventar uno nuevo, conformar un sistema alterno de alianzas tácticas no resuelve el problema unitario. Lo que toca es poner primero al país, conectarnos con el drama cotidiano del pueblo y junto a él buscar respuestas.
El gran éxito de la MUD fue en las elecciones parlamentarias del 2015 porque nos sincronizamos con el dolor y la angustia de la calle. Les dijimos que hicieran su última cola frente a las mesas de votación para luego entrarle a los grandes problemas nacionales. Sencillamente no cumplimos y por ello el oficialismo mineralizó la protesta mediante un clientelismo selectivo que les permitió consolidar un espacio político que le sirvió de plataforma para completar la manipulación del sistema electoral el pasado 15 de octubre.
Pero la oposición continúa siendo mayoría, el descontento popular sigue en el 80 por ciento y la crisis se agrava. La Salida continua siendo el voto, unámonos para rescatar su majestad, su transparencia, su eficiencia como instrumento democrático. Respetemos a quienes se inscribieron como candidatos y luchemos por una auditoria del sistema electoral con asistencia internacional, respetemos a quienes se abstienen de participar por falta de garantías. Vamos a respetarnos y unirnos. Rescatando la transparencia electoral rescatamos a la MUD.