Cuna de los primeros hititas, sus formaciones rocosas, iglesias rupestres, ciudades subterráneas y restos de pueblos prehistóricos, sorprenden por lo insólito y enamoran por lo auténtico; las caprichosas formas de esta localidad, viven desde hace años en los ojos de muchos viajeros que se impulsan hasta allá, cada vez que quieren rodearse de magia…
Ubicada en la zona central de la península de Anatolia, en Turquía, a una hora y cuarto de vuelo desde la ciudad bicontinental de Estambul, se ubica Cappadocia, integrando un espectacular ejemplo de los efectos de la erosión en la capa volcánica modelada por viento, la arena y el agua durante millones de años; un lugar asombroso, donde se realzan pilares naturales que alcanzan alturas de hasta cuarenta metros. Estas caprichosas formas, han permitido a los hombres, modelar sus viviendas cavando en la roca porosa, dejando tras de sí, un importante patrimonio histórico y cultural, un sorprendente paisaje saturado de cavernas naturales y artificiales, muchas de las cuales, continúan habitadas.
Ostenta una conformación geológica que presenta una perspectiva imposible de creer, valles irregulares acompañados de cursos de agua y una hermosa vegetación, enmarcados entre montañas salpicadas de irreales formaciones “lunares”, pasadizos y cuevas realmente interesantes, realzadas por la presencia de globos aerostáticos que sobrevuelan un cielo azul que no conoce la polución.
Los primeros asentamientos tuvieron lugar en los siglos III y IV, sus habitantes construyeron refugios subterráneos que se fueron ampliando con el tiempo, llegando a convertirse en ciudades bajo el subsuelo, lugares claustrofóbicos y húmedos que se componían de varios niveles, como las ciudades de Kaymakli y Derinkuyu, algunos de ellos accesibles a los turistas, estando el resto, reservados a la investigación arqueológica. Sus diferentes plantas, contaban conorificios de ventilación, establos para animales, panaderías, pozos de agua, tumbas, baños comunes y la infraestructura necesaria para albergar a veinte mil personas. Posteriormente, estas ciudades subterráneas fueron tomadas por los cristianos bizantinos que las utilizaron como escondite durante los primeros años de su persecución, convirtiendo sus cuevas en templos y monasterios.
Dicho todo esto, a continuación te mostramos un recorrido de los lugares más icónicos que tiene esta antiquísima ciudad, tan mágicos, que querrás abordar un avión ahora mismo…
Parece que el tiempo se detuvo
En el valle de Göreme y sus alrededores, en medio de un espectacular paisaje modelado por la erosión, hay santuarios rupestres que son testigos del arte bizantino del período posticono clástico, así como viviendas y aldeas troglodíticas, similar a un complejo monástico. Cerca del pueblo, se encuentra el Museo al aire libre de Göreme, uno de los territorios más famosos, incluso, fue listado en el año 1985 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Se pueden visitar varios recintos religiosos, la conocida iglesia “La Sandalia”, llamada así, por las cavidades en el suelo que aparentan huellas de pies y la iglesia Karanlıkkilise o también llamada Oscura, por sus escasas ventanas y cuya carencia de luz, ayudó a la conservación de sus murales que mantienen la frescura original.
Pasabag
Las chimeneas de hadas en Pasabag son las más populares en la región y constituyen un ejemplo único en el mundo por su masividad. Algunas de las chimeneas son de múltiple tronco o con varias coronas, fueron talladas para la construcción de altares. En una de estas edificaciones, fue esculpida una capilla y una sala de aislamiento dedicada a San Simón, que se puede acceder por un conducto estrecho decorado con crucifijos.
Museo al aire libre de Zelve
Se ubica en la intersección de tres valles, dos de ellos conectados por un túnel. El entorno ofrece a los viajeros un paisaje invadido de viviendas excavadas en la piedra, pasadizos y corredores que conectan diferentes cuevas; un lugar especial para disfrutar del senderismo y la escalada.
El paso del tiempo ha sido inclemente con los murales en las iglesias, deteriorando las pinturas rupestres que engalanaban las paredes de los templos, nada que ver con los vivos colores que pueden contemplarse en el complejo de Göreme, aunque aún se conservan pinturas en las columnas y en la cúpula central, hay una muy llamativa, donde está representado Jesucristo junto a la Virgen María y San Pedro.
Castillo de Uçhisar
Es el punto más alto de Cappadocia, ubicado en una montaña a 5 km de Göreme, la parte superior de la fortaleza, ofrece un impresionante panorama de los picos nevados del Monte Erciyes a la distancia. Sin embargo, la fotografía que todos los viajeros anhelan traer, es la de sus cónicos pilares sobresaliendo entre sus valles, el paso del tiempo ha hecho de estas espontáneas construcciones, un verdadero placer para la vista y son muchos los miradores que existen para poder apreciarlas sin ningún apuro, entre las ciudades de Nevsehir e Irgup. En la actualidad, algunas de estas formaciones rocosas funcionan como hoteles, así que vale la pena alojarse allí si está en tus planes viajar a la región de Anatolia central.
No le puedes tener miedo a las alturas…
Una de las mejores maneras de apreciar la insólita belleza de la provincia, es contemplarla desde los cielos, en un globo aerostático. Su clima resulta perfecto y muy temprano por la mañana, son muchos los turistas que prefieren vencer el miedo y subirse a un colorido globo paradisfrutar de una de las vistas más bellas del planeta. Desde las alturas, las singulares formaciones rocosas parecen aún más extravagantes, los colores más intensos y el amanecer más auténtico.
Visitar Cappadocia es algo de otro mundo, aunque en verano las temperaturas pueden subir los 40º C, hay historia a cada paso, las iglesias más antiguas de la cristiandad, paisajes inolvidables y probar el helado “Marash”, son su principal atracción, aparte de la hospitalidad turca que conspira plenamente para hacer sentir a gusto a todos los visitantes.