Va Pensiero – Populismo nuestro de cada día

No hay una definición exacta de lo que es un régimen populista. En todo caso, los regímenes populistas apelan continuamente a las virtudes del pueblo, unas reales y muchas supuestas, enfrentadas a los rasgos negativos de los ricos a los que califican como enemigos.
Un líder populista siempre busca la aprobación del pueblo, pues actúa en nombre del pueblo, aun si sus prácticas terminan por hacerle un daño terrible, pero eso no importa pues entre las virtudes del pueblo están una profunda paciencia y una infinita credulidad. El populista aclamará que el pueblo sabe lo que quiere, que siempre tiene razón y, en consecuencia, la voz del pueblo es la voz de Dios y lo hace atizando continuamente a sus sentimientos profundos: a sus miedos, a su nacionalismo, a su ignorancia política.
Este constante apelar al pueblo conduce a la práctica de simplificar la complejidad del mundo y de las acciones políticas y técnicas que hay que realizar en el día a día del gobernar un país. El populismo reduce lo complejo a simplificaciones que el pueblo acepta sin entender y confía en el líder que se supone si sabe. “¡As¡!, así, es como se gobierna!”, aclama la masa ignorante.
El populismo muestra siempre rasgos anti intelectuales, pues los intelectuales rescatan la complejidad y tratan de explicarla, pero eso requiere en quien los escucha, una capacidad de manejo de abstracciones y de una visión amplia para enlazar argumentos que una persona del común está poco entrenada para hacerlo.
Un ejemplo de las simplificaciones anti intelectuales de los populistas lo encontramos en la afirmación de que Venezuela está sometida a una guerra económica. Esta convicción simplista llevó a Maduro a nombrar como ministro a Luis Salas cuyo mérito fundamental fue haber escrito un panfleto ilegible e incomprensible titulado “22 claves para entender la guerra Económica”. Eran tan malos, el autor y su panfleto, que apenas duró un mes en el cargo.
El líder populista siempre apela a la explosiva emotividad de las masas. Y cuando las aclamaciones comienzan a menguar inventará un apoyo masivo que no existe. Ocurrió con las trampas para elegir a la ANC, y volvió a ocurrir en las elecciones regionales.Sus discursos son desafiantes y abusa de las consignas porque eso es lo que llega al pueblo. Se presenta como dispuesto a morir por la causa, y como heredero de todos los héroes de la izquierda, aun si en la práctica actúa como de derecha.Jamás admite que se equivoca y siempre tiene a quien culpar de sus dificultades: la oposición, una conspiración internacional, etc.
Al actuar en nombre del pueblo el líder populista asume que la voluntad popular está por encima de las leyes que lo constriñen y tratará de crear una nueva legalidad, totalmente artificial, que le de legitimidad. Desde su tribuna da órdenes al tribunal supremo, a la policía política, al CNE, etc. Y esos artificios llevan a la arbitrariedad primero y a la dictadura.
No hay populismos de derecha y de izquierda pues todos son la misma cosa, solo difieren en el lenguaje y en el manejo de los símbolos, no en sus políticas.En el populismo la opinión pública es convertida en opinión manipulada que aclama sin debate ni entendimiento.
El líder populista es siempre la estrella del show: es un narciso, ebrio de si mismo y convencido de su saber;grita, insulta, descalifica, amenaza: será implacable en eso de generar odios y persecuciones.
Sus políticas públicas no estan dirigidas a resolver ningún problema porque ni él ni los suyos saben cómo hacerlo. Solo buscan perpetuarse en el poder, ignorando las leyes de hierro de la economía, haciendo que la gente, a medida que va empobreciendo, necesite más y más al líder. El día que los grandes problemas se resuelvan de verdad, no habrá más necesidad de líderes populistas, siempre mentirosos y vendedores de ilusiones.