Las voces de Penélope – Densa niebla

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“El poder —decía Voltaire— consiste en hacer que otros actúen como yo decida”. Frase que podemos aplicarla en la realidad inmediata. Lo que en el caso nuestro nos conduce de inmediato al tema que gravita por encima de los innumerables problemas que nos desgastan en nuestros asuntos cotidianos, impidiéndonos pensar más allá de trazar rutas complejas para conseguir, por ejemplo cualquier pechuga que en tiempos normales, solo requería trasladarse de A a B, comprarla y regresar a guardarla en la nevera de A. Ni Kafka pudo imaginarse las nuevas y caribeñas versiones de “El Castillo”.

El llamado “control social”, dejó de ser un motivo de guiones de películas de ciencia ficción, en los cuales la gente se mueve como robots mientras cumplen trabajos forzados. El control social, aparece de diversas formas, toma cuerpo en los discursos de dominación de quienes quieren que se actúe como ellos lo decidan. Una es visible, como saber “todo” sobre un sujeto cuyos datos se “cruzan” entre sí, como si fueran calles virtuales. Otra, es que en teoría el ciudadano,aunque tiene opciones, como las de pensar, imaginar oponerse, o conformarse con la narrativa dominante, en la realidad, una gruesa parte de la población, no tiene opciones e ignora que no las tiene. Camina entre la niebla.

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Narrativa que suele dejar fuera asuntos como saber quiénes somos. A tal fin, el control social, construye mientras destruye la historia de todos una nueva versión de la misma, sobre la base de que la anterior era escrita por los vencedores y que la nueva es la verdadera. Esto explica la modificación sistemática curricular de los estudios primarios y secundarios, que excluye áreas completas del conocimiento,eliminando la posibilidad del recuerdo colectivo. Dada la extrema juventud de la población escolar, no lo ha vivido vivencialmente y no lo vivirá simbólicamente, en el sentido de pertenencia, ésa que nos permite reconocemos parte de una cultura, con sus maneras lógicas de pensar, sentir y actuar en las reglas de lo permitido/no permitido. En otras palabras: “no me reconozco en lo que desconozco” y en esto, la educación, juega hoy un papel primordial y el hambre, lo complementa.

Hambre que no sólo desgasta tiempo y voluntad de quienes desde hace tiempo perdemos horas solucionando la adquisición del alimento inmediato, sino de los que, bien porque están atados a la distribución institucional de alimentos, subvencionados por el mismo Estado que no resuelve la producción nacional de los mismos y poder adquirirlos libremente como suele hacerse en cualquier economía que respete los principios fundamentales de toda producción y consumo. El hambre será la delgada línea que separa a unos y otros, incluso a los que, por estar completamente marginados y excluidos de la inserción social, revuelven desperdicios para sobrevivir mientras los responsables miran para otro lado.
Hambre responsable del ausentismo escolar. De las dificultades de aprendizaje; de la reaparición de enfermedades infantiles consideradas desaparecidas, puesto que hablar de hambre es hablar de pobreza extrema y miseria. Y del consecuente analfabetismo con sus diversas clasificaciones. De ignorancia como medida de control social. Y acá se “cruzan” las del indigente con las del egresado de la primaria y bachillerato, quien ignora el tamaño de todo lo que ignora y cree que es “normal” tener tantas horas “libres” en la escuela o liceo; carecer de profesores que enseñen, de libros que le señalen futuros caminos a transitar en el conocimiento y de la dignidad del hecho educativo, presente no en la ausencia, sino en la ratificación de su presencia real, literal y simbólica, al tener la oportunidad de estudiar programas bien diseñados y completos, acordes con los derechos establecidos en la Constitución y en la Declaración universal de los Derechos Humanos.

Hay bachilleres que nunca estudiaron Historia o geografía, o matemática o cualquiera de las que desaparecen en el año escolar tragadas por la “ruleta educativa” de la educación pública. Hay “médicos integrales” que creen que estudiaron medicina. Quien no sabe que no sabe, muy poco puede decidir sobre sí mismo y el país: Víctima del control social, camina entre la niebla, no puede imaginarse ni aportar a un proyecto de país que recomponga el tejido social y nos permita decidir a todos, cómo disipar la niebla.

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