El papa Francisco dijo que la guerra es «la destrucción de nosotros mismos» al visitar el jueves un cementerio militar estadounidense y el lugar donde ocurrió una masacre nazi en Roma, al conmemorar el Día de los Santos Difuntos.
Francisco colocó flores en 10 tumbas en el Cementerio Estadounidense de Sicilia-Roma, donde están enterrados 7.680 estadounidenses que murieron en campañas para liberar el sur y centro de Italia desde Sicilia hasta Roma durante la Segunda Guerra Mundial. Aquí también se rinde honor a 3.095 desaparecidos.
Durante la misa, el papa dijo que la vista de los arcos de lápidas blancas permanecería como un llamado a la paz. «No más guerras, no más masacres inútiles», dijo.
El papa agregó que la humanidad no ha aprendido, o no ha querido aprender, las lecciones de la guerra.
«Qué seguido en la historia, cuando los hombres piensan en hacer guerras, están convencidos de crear un mundo nuevo. Están convencidos de que ellos están trayendo la primavera. Termina en un invierno, horrible, cruel, el reino del terror, de la muerte», agregó.
Al pedir oraciones por los muertos, el papa hizo una mención especial sobre «aquellos que están muriendo en las batallas todos los días», resaltando de nuevo los brotes de violencia y ataques en todo el mundo, que él ha llamado «una guerra por pedazos».
Posteriormente, el papa viajó a las Fosas Ardeatinas, el lugar donde se produjo una de las peores masacres durante la ocupación nazi de Roma. Ahí, el pontífice rezó y depositó flores sobre las tumbas y en el libro de visitantes dejó el mensaje: «Estos son los frutos de la guerra: odio, muerte y venganza. Perdónanos Padre».
En este lugar se recuerda la matanza nazi de 335 italianos de entre 14 a 75 años en represalia por un ataque a las tropas nazis que avanzaban por Roma. Entre las víctimas están 68 soldados, así como artistas, campesinos, un sacerdote y un diplomático. Aunque algunos eran miembros de la resistencia, muchos eran apartidistas y 73 fueron ultimados solo por ser judíos.
Francisco es el cuarto papa en visitar las cuevas, después de Pablo VI, Juan Pablo ll y Benedicto XVI.