Existe una notable desorientación tanto en dirigentes como en dirigidos de la oposición y también en buena parte de los seguidores del oficialismo. En todas partes la gente pregunta ¿qué va a pasar? Pero muy pocos ¿qué vamos a hacer?, lo que sería correcto en este tiempo de tanta incertidumbre.
La realidad siempre debe ser respetada aunque no sea buena. Entenderla y aceptarla resulta fundamental en cualquier intento para cambiarla. El sólo hecho de su existencia le otorga cierta justificación. Un régimen perverso, ideológicamente deformado, ineficiente en grado superlativo y bastante corrompido está frente a nosotros con todos los instrumentos en la mano para retener el poder a cualquier precio. Tienen todo lo material, pero carecen de lo más importante, la razón y la voluntad general de la nación que se expresa de múltiples y dispersas maneras.
Quienes pretenden liderizar el sentimiento nacional contrario al régimen tienen que poner los pies sobre la tierra, apartar todo sentimiento de protagonismo personal o de grupo, cualquier ambición de poder por la vía electoral o por cualquier otra posible y redefinir con honestidad el objetivo de la lucha, de la enorme tarea para alcanzar el cambio que Venezuela necesita con extrema urgencia.
Hemos dicho hasta el cansancio que la verdadera naturaleza del problema no es electoral. Es de principios y valores basados en la Libertad, en los fundamentos básicos de la democracia. Lo electoral es apenas uno de los instrumentos, pero ni siquiera en democracia es el único o el más importante. Si esto no está claro, seguiremos perdiendo el tiempo en ejercicio inútiles que generan decepción y una tremenda incertidumbre.
No podemos continuar siendo tan lentos para reaccionar frente a peligros reales. Demasiado tímidos, quizás por la incertidumbre frente al futuro.
Sin embargo, el peligro mayor es que si lo que nos detiene o lo que nos mueve es evitar una tragedia mayor, una confrontación que por definitiva puede resultar muy dolorosa, irremediablemente llegaremos a ella.
Alguien dijo algo que tomaré como propio. Ojalá y en el futuro próximo no se escriba sobre “el país que pudo ser”. Venezuela retrocede, pero el mundo avanza a pasos agigantados en todos los terrenos y actividades. Estamos rezagados y los políticos democráticos proyectamos una falta de imaginación increíble para la experiencia que hemos acumulado. Ojalá que por esta falta de imaginación, las nuevas generaciones no caigan en la tentación de volver atrás.
A pesar de todo, no podemos rendirnos. Debemos exigirnos todos, políticos y no políticos, la más alta calidad y eficiencia para hacer bien las cosas que a cada cual le correspondan. Imposible triunfar con la mente puesta en conservar espacios de poder, en convivir con el enemigo o tratando de ver la realidad distinta a cómo es.
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