El segundo álbum de Vicente García incluye palmas, arrecifes, arena, reggae, bachata y son, elementos presentes en su natal República Dominicana que trató de evocar en «A la mar», una producción por la que recibió cuatro nominaciones a los Latin Grammy.
“Ha sido como un giro artístico a lo que yo siempre quería hacer, trabajar el folclor del Caribe y la República Dominicana y trabajarlo con plena libertad, sin mucha atadura de tener que ser comercial”, dijo García en una serie de entrevistas con The Associated Press.
“Me siento muy feliz por las nominaciones como individuo, pero también me siento súper feliz porque el trabajo que está saliendo tiene mucho de mi país y tiene mucho de mi cultura y eso le da un valor agregado al asunto”, añadió.
García estaba tomando su café de la mañana en Bogotá, donde reside desde hace tres años, cuando se enteró de las candidaturas, incluyendo en las codiciadas categorías de álbum del año y mejor nuevo artista, una categoría para la cual la Academia Latina de la Grabación toma en cuenta hasta el segundo álbum, como en el caso de García.
El músico, que lanzó su primer disco en el 2011 bajo el título de «Melodrama», ha acumulado fans en varios países de Latinoamérica en sus más de 15 años como músico profesional.
Por ejemplo, «en Guatemala era mi primera visita y la gente cantaba absolutamente todas las canciones, desde ‘Melodrama’ hasta ‘A la mar'», señaló. «Es más que nada artista nuevo en el ojo de la industria, en el ojo de la academia, lo recibo con muchísimo cariño, con muchísima alegría y honrado».
También competirá por los premios a la mejor canción tropical, por «Bachata en Kinsgton», además de mejor álbum cantautor.
“Para mí es súper importante esa nominación porque casi que me considero más compositor que intérprete … con lo cual esto también avala ese lado de la música que tanto me apasiona”, apuntó el músico de 34 años sobre esta última.
“Lo mejor que uno puede dar es su análisis, su manera de ver la vida, la manera de reflejar un sentimiento, una preocupación o una cultura», agregó.
García decidió mudarse de República Dominicana a Colombia para impulsar su carrera.
«A uno como dominicano le toca salir porque el mercado de la música alternativa dominicana es muy pequeño. Normalmente la gente se va a Nueva York, se va a Miami, pero yo ya tenía esa relación con Colombia y además no quería estar fuera de Latinoamérica», explicó.
Lo que más extraña de su país natal es la playa, el contacto directo con sus abuelas (ellas no saben usar WhatsApp) y a sus perros. «A la mar» lo empezó en Dominicana y lo terminó en Bogotá.
“Tiene bastante de esa nostalgia, de esa falta que me hacía el Caribe», dijo.
El cantautor estuvo involucrado en todo el proceso del disco, incluyendo la masterización y la fabricación del empaque: «Fui a la fábrica, elegí el grosor del papel».
García compartió escenarios con Café Tacvba en su reciente gira por Estados Unidos y entre sus amigos cuenta a Ximena Sariñana y la banda Cultura Profética, con quienes grabó «Poquito a poco» y «Mi balcón», respectivamente, ambas incluidas en su álbum «Melodrama».
“A la mar» fue producido por Eduardo Cabra («Visitante» de Calle 13), quien ayudó a ampliar el espectro del álbum de la música afrodominicana al reggae, son, bachata e incluso la música tradicional del Caribe colombiano con Los Gaiteros de San Jacinto.
«Eso quería lograr con este disco, evocar paisajes, que la gente pudiera ver a través de las canciones, sentir, oler, llegar al lugar de dónde vengo», dijo García, quien le devolvió el favor a Cabra trabajando como productor en su próximo álbum, en el cual dice que hay muchos toques de música electrónica.
El Caribe no solo está en los ritmos del disco sino en sus letras, con palabras como «yeyo» o «cigüita» que García quiere que la gente busque en internet. Dice que este lenguaje tan particular lo comenzó a integrar a sus canciones por influencia de Juan Luis Guerra.
«Tuve la oportunidad de girar con él varios años y ahí estuve como observando, y fijándome sobre todo cómo la cultura de mi país llegaba tan bien parada a otras ciudades, a otros países, y lo bonito que era llevar música y también una identidad», relató.