Tan temprano como abril de este año el Fondo Monetao Internacional estimó la cifra de inflación en 720% para finales de 2017 y en 2.068% para 2018. Igualmente calculó un decrecimiento de 7,4% a 12% del Producto Interno Bruto. Asimismo señalaba que Venezuela seguía la senda de la hiperinflación en medio de una crisis política y humanitaria exacerbada por una prolongada recesión económica. Es decir, al término del primer trimestre de este año, uno de los organismos económicos mejor acreditados del mundo ya avizoraba una muy difícil situación económica para 2017.
Recientemente, la firma Torino Capital Banco de Inversión señalaba que” Venezuela vive la peor contracción económica registrada desde la independencia del país y la peor de todo el periodo postguerra de la historia latinoamericana…”EL IMPULSO, 08-09-2017, pág. A4). Para corroborar esta lapidaria conclusión, ofrecen algunas cifras: la caída del Producto Interno Bruto per cápita durante los años 2012-2016 ha sido del 36%, la más alta registrada en la historia venezolana. En ese mismo lapso, el ingreso per cápita cayó 28% después que las ventas petroleras bajaron 78% y las importaciones disminuyeron en 67%. (Misma fuente).
Según el Índice Nacional de Precios al consumidor de la Asamblea Nacional, que utiliza la misma metodología de cálculo que el Banco Central de Venezuela, la variación acumulada de la tasa de inflación en los primeros seis meses del año fue de 366,4% y en el mes de agosto alcanzo el 33,8%, la más elevada en un mes en la historia de Venezuela y advierte que hemos entrado en un proceso de hiperinflación (El IMPULSO, 08-09-2017pag. A4). No sería temerario entonces señalar que el país se encuentra sumido en una profunda crisis económica que el economista José Manuel Puente, profesor del I.E.S.A, denomino “colapso económico”. Esta situación, como ya se señaló nos ha conducido a una hiperinflación, que según el economista norteamericano Philiph Cagan, primero en utilizar ese término, se da cuando la inflación anual supera el 600% o el 50% mensual. Nosotros, lamentablemente hasta el momento cumplimos con la primera condición. Analistas coinciden en que la monetización del déficit fiscal, es decir, que continuamente el Banco Central de Venezuela fabrique dinero de su máquina de hacer billetes para cubrir el insaciable gasto público, es una de las principales causas , si no la más importante , de la inflación en nuestro país. De manera continua, PDVSA emite pagarés El Banco Central se los compra, creando nuevos billetes. Una vez PDVSA dispone de esas enormes sumas de dinero, las transfiere al Gobierno Central para que financie gastos irreproductivos como salarios, subsidios y las tantas misiones que se han creado con fines proselitistas. Para que tengan un idea, la liquidez monetaria ha crecido en lo que va del año en casi 500% al pasar en diciembre de 2016 de 10 billones de bolívares a 47 billones (ambos en números redondos) a mediados de octubre y según el economista Alejandro Sucre “… en Venezuela la liquidez monetaria ha crecido 500% en los últimos cuatro años con una contracción económica acumulada del 35% del PIB y una reducción de las reservas internacionales, por debajo de 10.000 millones de dólares, que no le permite al gobierno importar” (El Universal, 1-10-2017, pág. 1-3). Una primera conclusión podría ser la presencia de un gran desequilibrio macroeconómico que observamos cuando la liquidez crece de manera exponencial y la producción, es decir, el tamaño de la economía ha decrecido en más de una tercera parte, trayendo como consecuencia mucho más dinero en circulación que productos en el mercado. El resultado no es otro que la tasa de inflación más elevada del mundo, cumpliendo así con el axioma económico que señala que para que exista inflación tiene que haber un aumento en la liquidez monetaria mayor a la tasa de producción. En palabras del célebre economista Milton Friedmann Premio Nobel de Economía: “la causa próxima de la inflación es siempre y en todas partes la misma: un incremento demasiado rápido de la cantidad de dinero en circulación”.
Per contra , la actividad económica o la producción nacional se redujo en el 2016 en un 16,7% y en los últimos tres años (2014-2016) la economía venezolana ha perdido una cuarta parte(24,5%) de su tamaño real, según cifras del economista Asdrúbal Oliveros (Portal Prodavinci.com, 5 de abril 2017) y de acuerdo a estimaciones de varios analistas económicos (Guerra, Aristimuño, Oliveros, Sucre y García, entre otros) el Producto Interno Bruto disminuirá este año entre un 10% y un 12%, pero la liquidez monetaria continuara su ritmo expansivo, sobre todo en este último trimestre del año, tal como ha ocurrido casi siempre en la economía venezolana. Adicionalmente, la producción no petrolera acumuló una variación negativa en el periodo 2014-2016 de 25,6% mientras que la actividad petrolera disminuyó 12,5% en el mismo periodo (misma fuente). Petróleos de Venezuela paso de ser una empresa especializada en la extracción, producción y refinación de petróleo a convertirse en lo que es hoy: una suerte de corporación nacional que realiza un conjunto de actividades económicas, sociales y hasta políticas que no constituyen la esencia de lo que debe ser, una empresa petrolera. Esto, sumado a la disminución en inversión de nuevas tecnologías y mantenimiento, ha traído como consecuencia que la producción petrolera acumule tres años consecutivos de decrecimiento. Según cifras de José Toro Hardy, en los últimos 18 meses la producción ha caído en 450mil barriles diarios (El Impulso, 21-09-2017 pág., A4) y según un informe presentado a la Asamblea Nacional elaborado por la Comisión Permanente de Energía y Petróleo señala que “… desde 2011 hasta la fecha Petróleos de Venezuela ha gastado 9 millardos de dólares para importar gasolina, porque no hay producción nacional suficiente (El Nacional, 27-09-2017, pág. 3). Cabe destacar que ese monto es casi similar al total de las Reservas Internacionales que se encuentran en 9.800 millardos de dólares, su nivel más bajo en 22 años.
En conclusión, la caída de los precios del petróleo, por todos conocidos, y unas políticas económicas erradas y contradictorias han provocado un colapso en la economía que ha sumido al país en la peor crisis económica de su historia, lo que nos conduce a inferir que la situación económica no mejorará. Si a esto le agregamos los vencimientos próximos de la deuda externa (15 mil millones de dólares entre 2017 y 2018) es muy probable que las dificultades económicas empeoren. Se hace imperativo renegociar la deuda externa, pero ese es otro tema.