La agonía es un asunto de percepciones. Puede Ud. pensar que la libertad está agonizando, que la democracia como posibilidad de volver a ser, depende del sufragio como acto de legítima defensa ciudadana y ¡Zas! De repente la realidad te sorprende con un resultado que tritura la lógica del desastre. Sí, esa lógica que indica que a mayor deterioro y devastación material, económica, social, hambre e hiperinflación, mayor tiende a ser el caudal de votos que castiguen a los causantes de tal desastre.Pero no. El asombro ya no existe. Estamos en Venezuela.
La palabra fraude a ratos se asoma en alguna declaración, pero luego se esconde, en el aturdimiento que acompaña el silencio y la sorpresa de quienes esperaban otro resultado del proceso comicial regional. ¿Era previsible la posibilidad de un descalabro provocado, de una trituradora de votos y voluntades de cambio, de un tsunami de abusos y malandreo electoral cortesía de un poder constituido y armado?
Los ritmos del poder, y el de quienes aspiran enfrentarlo y derrotarlo como vocación hegemónica y totalitaria, son distintos. Como distinto, agobiante, desesperado es el ritmo de un estómago vacío o el de una enfermedad que avanza ante la escasez de medicinas para tratarse, o el de un empresario que ve cerrar cada día las ventanas para poder mantener abierta su empresa. O de aquel que intenta atrapar la escurridiza noción de futuro.
Al saberse en minoría electoral, la “revolución” decidió apelar a todos los mecanismos para impedir que la disidencia, el deseo de cambio y la expresión mayoritaria de su inconformidad, pudiera expresarse y materializarse, en el marco constitucional.Magistrados express, entre gallos y medianoche, sentencias, diputados electos borrados de un plumazo, inhabilitaciones, persecución, cárcel, presos políticos, destituciones de Alcaldes, desconocimiento de la Asamblea Nacional. Y finalmente, la amalgama de todas las pretensiones para mantenerse en el poder, y dar un barniz “democrático” al régimen, encarnadas en la “Asamblea Nacional Constituyente”.
El poder militar con fachada civil ideó un concierto de fuerzas, instituciones y voluntades en el que todos ejecutan una misma melodía, esa que entona las notas de un poder eterno, sin alternancia y posibilidad de cambio, con una oposición diseñada y tolerada solo para ocupar ciertos “espacios”, en funcional plan decorativo, junto a la sumisión y sometimiento a la migaja alimentaria empaquetada en una caja, obtenida con una idea de patria carnetizada y con olor a apartheid.
En el campo que apela al respeto a la Constitución y al cambio, la unidad sigue siendo una promesa, un sueño inacabado. Las diferencias entre quienes aspiran seguir la ruta electoral, sin importar el blindaje institucional ni la violación de leyes y normas, y quienes apuestan a rescatar el poder del voto, pero no bajo el actual sistema y autoridad electoral, son evidentes. La decisión de AD de juramentar a sus gobernadores ante la “ANC”, instancia cuyo desconocimiento y crítica les permitió, paradójicamente, llegar a las gobernaciones, parecen marcan una distancia definitiva, un giro decisivo en la recomposición de los partidos políticos en el país. La incoherencia y un erróneo cálculo político, desvanecen en horas el capital político logrado. Definiciones. Depuraciones.
El país se desliza hacia un abismo de autoritarismo, hiperinflación, miseria y escasez nunca antes vivida, con ribetes socialistas y militares. Nada parece impedir esa caída. ¿O si?
Capitalismo Lunar – (des)concierto
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