No sé cuánto he leído sobre los resultados electorales del 15 de octubre. Me siento saturado de opiniones y opiniones. Contradictorias unas de otras y eso es lógico, cada quien tiene su visión, lo que no entiendo es que a veces se discuta visceralmente sobre el tema. No debíamos haber ido, dicen unos. Sí, fue bueno haber ido, dicen otros. Se levantan pasiones o ambiciones será. Qué dilemas. De lo que se trata es de buscar la verdad de lo ocurrido, no para castigar, menospreciar y hasta humillar a los supuestos responsables, sino para ver qué ocurrió y establecer correctivos para el futuro. Pero hace falta serenidad y sindéresis.Reitero que en apenas una semana no bajan de una treintena de artículoslos que he leído sobre las elecciones del domingo 15, unas veinte frases sueltas he visto y varios audios “explicativos” de lo ocurrido, entre ellos el del simpático y glotón Gocho. He oídovarios programas de radio, ya la televisión no la enciendo. En ambos medios, radio y televisión, abundan las abusivas cadenas presidenciales, llenas de mentiras y sandeces. ¿Habrá quien soporte tanta necedad?El caso es que me da la impresión que no será fácil determinar con certeza lo ocurrido el día de las elecciones de gobernadores.
Las encuestadoras, que no se caracterizan precisamente por ser comedidas o discretas a la hora de destacar sus acertados vaticinios, en esta oportunidad han hablado poco. Todas daban ganadores a los candidatos opositores. Solían decir, la MUD obtendrá, en el peor de los casos, 15 gobernaciones. Todo eso se evaporó. ¿Fue un gran fraude o fue la abstención, o fueron ambas cosas, lo que produjo el resultado final? Julio Borges denunció el domingo pasado en los medios de comunicación social, que hubo un millón seiscientos mil electores que votaron sin estampar sus huellas digitales en los cuadernos de votación. Grave denuncia. Y qué pasó con los testigos de la MUD? Pero ese no fue el inicio del fraude. Todos hemos visto cómo el régimen impidió la publicidad a favor de los candidatos de la MUD en todos los medios públicos y la obstaculizó en los medios privados. No sustituyó a los precandidatos que perdieron en las elecciones primarias de la MUD. Cerró y cambió centros de votación y confundió así a los electores y eliminó la tinta indeleble. Además de todo eso, el régimen utilizó recursos del Estado para comprar conciencias y en un gran peculado de uso, utilizó bienes públicos para su campaña publicitaria.
La MUD debe reflexionar sobre lo ocurrido. Debe consultar expertos, revisar estrategias y realizar entre sus miembros un gran trabajo de unidad y desprendimiento personal. Los proyectos personales o grupales estorban y los caprichos también. Todos los venezolanos creemos en el voto como instrumento pacífico para dirimir nuestras controversias, pero no creemos en instituciones sesgadas y comprometidas con el régimen. Creemos en el voto pero no creemos en este CNE, confiamos en instituciones autónomas.
La vida y sus dilemas
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