Este 15 de octubre el pueblo venezolano participó en el proceso de elecciones regionales con una asistencia estimada en más de 8 millones de electores (61.14%), la más alta registrada en la historia para elegir autoridades estadales y donde todo se desarrollo con total normalidad y en cumplimiento de lo establecido en la Ley electoral.
Ahora bien, los resultados obtenidos causaron sorpresa y encendieron las alarmas en el escenario político, por cuanto no se corresponden con las estimaciones expresadas por distintos analistas del acontecer político y mucho menos con los resultados arrojados por los sondeos de opinión realizados por diferentes empresas encuestadoras, que atribuían un alto índice (65%) de rechazo al gobierno.
Es así, como siempre se dijo que todas las encuestas mostraban una intención de voto del 80% a favor de la oposición y que en el peor de los casos, aún con una alta abstención de los electores, los resultados serían bastantes parejos, pero igual beneficiando al sector opositor.
Por otra parte, los partidos agrupados en la MUD siempre mostraron su mejor disposición a conservar en lo posible la unidad, escogieron a sus candidatos por consenso o a través de elecciones primarias y realizaron una campaña electoral sin privilegiar a ninguna organización en particular, aunque en algunos estados recurrieron a ciertos personajes de la “vieja guardia”, otros hasta el cansancio “repetidos” o bastantes desgastados en el tiempo.
No obstante es oportuno señalar la acertada estrategia llevada a cabo por el “oficialismo” en comparsa con el Poder Electoral, a fin de ganar tiempo y espacio en la campaña, comenzando por no dar curso a la sustitución en los tarjetones de los candidatos que no fueron electos en las primarias, al igual que se produjeron reubicaciones de centros de votación y migraciones de miles de electores, todo ello, casi hasta en la víspera del acto electoral.
Si bien estas maniobras causaron su efecto negativo en los resultados obtenidos, creemos que hubo otros elementos que incidieron en esto, tal como fue la apatía y el desanimo mostrado por los electores opositores, sobre todo los más jóvenes y los alineados con la llamada “Resistencia”, los cuales siempre calificaron como un acto de traición y de cobardía, el abandonar las protestas de calle y haber dejado que ésta se enfriara, obviando además la cantidad de muertes causadas, también la diáspora migratoria de distintos ciudadanos.
Otra circunstancia influyente se refiere, a las contradictorias posturas de la M.U.D. en relación con el papel del Poder Electoral; cuando en el 2.015 lograron una altísima votación en las elecciones legislativas entonces el organismo fue imparcial, honesto y legitimo, pero cuando ocurrieron los comicios para la conformación de la Constituyente entonces las críticas y calificaciones negativas no se hicieron esperar y todo ello conllevó a una confusa matriz de opinión en relación a las cualidades que deben conformar al árbitro del proceso; esto nunca se aclaró y generó desconfianza e incrementó el sector abstencionista, produciéndose un descenso de 3/millones de votos opositores, en relación con los votos obtenidos en el año 2015.
De tal manera, que una vez concluido este controvertido y cuestionado proceso electoral, la oposición venezolana salió con las “tablas en la cabeza” luego de sufrir una estruendosa y descomunal derrota, que los muestra como una minoría en desbandada y ante la comunidad Internacional, con una cuestionada y trastocada realidad, ya que desde el exterior les será muy difícil digerir, como un gobierno seriamente cuestionado por sus deslices revolucionarios, que ha sumido al país en una honda crisis política, social y económica, logra alcanzar una contundente victoria y el apoyo mayoritario de la población en esta elecciones regionales.
En conclusión, los venezolanos nos encontramos ante una realidad nada fácil de comprender, con buena parte de la ciudadanía confundida, desmotivada y habida de poder encontrar la interpretación real y razonada del escenario político actual; lamentablemente debemos hacer un esfuerzo “unipersonal”, dada la orfandad de liderazgo que existe en el país y la permanente incapacidad mostrada por las distintas organizaciones políticas. Valor y pa´lante.