La expresión Inteligencia artificial (IA) comenzó a ser usada en la década de los años 50 del siglo XX. En un congreso celebrado en DartmouthUniversity en 1956, se utilizó el término para referirse al conjunto de investigaciones que entonces se desarrollaban con el propósito de construir una “maquina inteligente”. Hoy, es compleja su definición, pero se puede afirmar que está vinculada, al conjunto de procedimientos y técnicas que permiten a las máquinas resolver tareas y problemas, usualmente reservados a los seres humanos.
El progreso exponencial alcanzado en el área, ha permitido un incremento de las actividades eventualmente automatizadas, ha puesto a la sociedad moderna al borde de un shock cultural con diversas connotaciones; las mismas van desde el incremento en la productividad de las empresas, mejoramiento de la calidad de vida, hasta el posible desplazamiento de labores humanas por parte de las máquinas, conjuntamente con aspectos que rozan la ética, los dogmas y la educación. Roberto Alexander, sostiene que nos encontramos en medio de tres fuerzas que convergen y que modifican las actividades de empresas, profesiones e industrias: “el fenómeno de los datos que fluyen de dispositivos móviles, redes sociales, productos digitalizados y conectados; el advenimiento de la computación cognitiva, y la reinvención del mundo en código, dónde los constructores digitales se basan en la nube para conectar flujos de datos y reimaginar todos los sectores productivos” (Alexander, Roberto: “Inteligencia Artificial y Computacióncognitiva” – Tendencias Tecnológicas. CICOMRA. Buenos Aires)
Impacto en el ámbito económico
La consultora PriceWaterhouseCoopers (PwC) en informe publicado en Julio, predice un crecimiento adicional del 14% de la economía mundial para 2030 como consecuencia de los efectos de la Inteligencia Artificial en la productividad y en el aumento de la demanda de los consumidores. En términos absolutos, supone 15,7 millardos de dólares suplementarios. El estudio, estima que el principal impacto vendrá de tres circunstancias fundamentales: las ganancias en productividad del sector manufacturero por la automatización de los procesos, el mejoramiento de productividad por el incremento de la fuerza laboral de las empresas asistidas por la IA y, el aumento en el consumo, como consecuencia de nuevos productos y servicios de mayor calidad y más personalizados.
América del Norte y China obtendrían los mayores beneficios en términos de crecimiento adicional: 14,5% y 26,1% respectivamente. Así mismo, Europa y el Asia industrializada se beneficiarían significativamente. Los sectores de salud, automotriz y financiero serían los que mejor aprovechamiento obtendrían de las tecnologías provenientes de la IA, aunque transporte, energía, comunicación, ocio/entretenimiento y comunicación serían impactados positivamente. También prevé el informe, la desaparición de aquellos puestos de trabajo redundantes, los cuales serán paulatinamente sustituidos por nuevos empleos, que permitan el funcionamiento, mantenimiento y regulación de estas nuevas tecnologías.
(PwC: Sizing the prize. What´s the real value ofAI for your business and how can you capitalise?Jul, 2017)
En este orden de ideas, China estaría considerando un plan de desarrollo para convertir la IA en un motor “nuevo e importante” de expansión económica, capaz de generar 59.000 millones de dólares para 2025. Este plan estaría sustentado en hardware y software de IA, vehículos y robótica. (Bloomberg24 Julio 2017). Para la consultora AccenturePlc, la IA pudiera incrementar el crecimiento anual de China 1,6 puntos porcentuales, a 7,9% para 2035.
En la historia reciente, se considera el factor tecnológico como elemento de creación de riqueza. En las naciones desarrolladas, el conocimiento y la innovación forman parte de su acervo cultural y educativo; al incorporarse a los procesos productivos, facilitan el crecimiento económico y robustecen la capacidad competitiva de las empresas y naciones.
El problema se presenta en las regiones no industrializadas, con estructuras políticas, económicas y sociales que limitan la instrumentación de la ciencia y la tecnología como factores de crecimiento. El caso de América Latina es relevante; salvo experiencias aisladas, no es común una armonización entre educación, política científica y planes de desarrollo nacional. Es evidente el rezago de la región frente a los países asiáticos cuyas tasas de crecimiento han convertido el eje Asia-Pacífico en un nuevo epicentro de desarrollo mundial.
La concurrencia económica, se ha intensificado a nivel global y, está estrechamente vinculada con las capacidades para transformar el contexto económico a partir de las nuevas tecnologías. Las nuevas potencias y los liderazgos globales, se redefinen a partir del dominio tecnológico, luego se produce el dominio comercial, político y militar.
El tema -actual y complejo- produce muchas interrogantes: ¿Hasta dónde las capacidades de las máquinas para absorber las aptitudes humanas pueden afectar o desplazar contingentes importantes de trabajadores a nivel global? ¿La expansión de las tecnologías algorítmicas supone el advenimiento de una nueva jerarquía social deshumanizada? ¿Será imperativa una redefinición de la capacitación? ¿Qué rol debe jugar la universidad en este nuevo escenario? ¿Hasta qué punto el avance de la economía basada en el conocimiento, puede comprometer política y socialmente a las sociedades subdesarrolladas?
Las respuestas varían. Ensayaremos su análisis en futuras entregas.