La Iglesia católica de Venezuela pidió a los militares garantizar que las próximas elecciones en el país sean libres y transparentes, tras denunciar irregularidades en los comicios regionales del domingo último.
«Hacemos un urgente llamado a las autoridades civiles y militares para que pongan todo su empeño en devolverle al pueblo soberano el ejercicio libre y justo del voto y asegurarle la total transparencia en el proceso», señaló la Conferencia Episcopal en un comunicado.
La Fuerza Armada constituye el principal sostén del presidente Nicolás Maduro, a quien esa institución ha jurado «lealtad absoluta» en reiteradas ocasiones.
Los obispos deploraron que el poder electoral actuara como «un árbitro parcializado, al servicio del partido oficial», durante los comicios en los que el gobierno ganó 18 gobernaciones y la oposición, que desconoció los resultados, cinco.
Las elecciones «han generado nuevas dudas e interrogantes y han abierto la puerta a mayores tensiones y conflictos de cara al futuro de nuestro país», añade el comunicado, divulgado la noche del jueves.
Los próximos comicios presidenciales en Venezuela están previstos para fines de 2018, año en el cual también está pautada la renovación de alcaldes.
La cúpula eclesiástica, que ya ha acusado a Maduro de encabezar una «dictadura comunista», enumeró una serie de «irregularidades» denunciadas previamente por la oposición.
Entre estas mencionó la reubicación «a última hora» de centros de votación, la falta de «observación internacional plural» y que no se permitiera la sustitución de candidaturas opositoras.
También denunció el uso de medios y recursos del Estado para beneficiar a los candidatos oficialistas.
La Iglesia, que pidió que las futuras elecciones estén «supervisadas por instancias internacionales plurales», pidió sin embargo a los venezolanos no perder la confianza en el voto como vía de solución pacífica a la crisis política y económica del país.
«¡No se puede prescindir de la vía electoral! ¡No nos dejemos robar la esperanza!», subraya el texto.
Maduro y altos funcionarios acusan a la Iglesia venezolana de actuar como un «partido político» opositor e ignorar los llamados al diálogo del papa Francisco.